Epílogo

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Hacía algunos meses que Nagito había regresado a su rutina normal como estudiante, pero era notable para sus compañeros que ni siquiera estaba feliz por haber sido dado de alta. Parecía un muerto en vida, sus ojos no tenían brillo alguno y no parecía tener ganas de nada. Por mucho que algunos preguntaron la causa de que no estuviese siendo tan molesto como siempre con su tema de la esperanza, el futuro y la vida de la juventud, este se negaba a responder cualquier interrogante. Solamente respondía con pocas palabras y luego se alejaba de todos para no recibir más cuestiones que solo provocaban que empeorase su estado. Entre los más preocupados estaban Mikan y Hajime, más aún porque esta última había visto en varias ocasiones al albino llorando sin motivo aparente, solamente susurraba un par de cosas y rompía en llanto. Tsumiki le dijo de esto a apellidado Hinata, lo cual desencadenó la preocupación, pero Komaeda se negaba rotundamente a decir una sola palabra.

En las tardes notaban que el albino desaparecía sin dejar rastro y no se le volvía a ver hasta el día siguiente, tampoco respondía las llamadas, no leía los mensajes y tampoco respondía cuando llamaban a la puerta de su casa. Komaeda solía ir de su casa a la escuela y de ahí, al cementerio. Siempre procuraba llevar un ramo de flores distintivas con cada visita y retiraba las marchitas para ceder paso a las nuevas. Allí pasaba largas horas hasta que entre el frío de las tardías horas de la noche y los lamentos junto al llanto terminasen por hacer que sintiera necesidad de regresar al calor de su hogar y no le quedaba más remedio que despedirse frente a aquella lápida, casi como si su propietaria pudiese escucharle y le pidiese que volviera una vez más.

Al no poder más con la preocupación y la intriga, tanto Hajime como Mikan decidieron ir tras los pasos de Nagito cierto día justamente a la hora de salida de las clases. Le vieron entrar a una floristería y salir de ella a los pocos minutos con un ramo de flores para luego encaminarse a otro sitio, el cual estaba bastante lejos del camino que daba a su hogar, por lo que suponían que era esa la causa de que no estuviese en su casa por el resto del día. Komaeda fue a parar al cementerio otra vez, colocó las flores delante de la lápida y retiró las marchitas, como siempre. El nombre que había tallado en aquella lápida era el de “___ ___”, alguien que no conocían, pero suponían que Komaeda le conocía de sobra si era la razón por la que se presentaba en un cementerio constantemente. El albino parecía estar susurrando varias cosas que ellos no podían siquiera entender, pero luego de escuchar llantos supieron que lo dicho no eran más que lamentos.

AL no soportar verle en ese estado, Mikan salió del lugar en el que se ocultaba y saludó a Komaeda, quien inmediatamente limpió su rostro y le miró entre confundido y enojado al saber que le había estado siguiendo y no tardó en aparecer Hajime también al no ver motivo para seguir escondido dado que Mikan ya se había presentado. Tras unas pocas insistencias, Nagito terminó por contarle a Mikan y Hajime la causa de que estuviera allí y quién era la propietaria de la lápida.

-Perdón por hacerte recordar todo eso… _se disculpó Hinata casi sintiéndose tan mal como el propio Komaeda, quien ni siquiera respondió a sus palabras, sus ojos estaban fijos en un punto inexistente_

-K-Komaeda, e-estoy segura de que a ella no le gustaría verte así…

-Ni siquiera lo recordaría de todos modos… _admitió casi inmediatamente_

-Vamos, Nagito, entiendo que le querías y significaba demasiado para ti, pero no creo que vaya a descansar en paz si haces de ella la causa de que te estés echando a morir…

-… _permaneció en silencio, sabía que Hajime tenía razón, pero se negaba por completo a dejar aquella rutina, después de convivir meses con la peli___ mientras aún estaba con vida, dejar de visitar su tumba tras su muerte era como dejar de verle cada mañana en esos días, no se imaginaba sus recuerdos sin ella para animarlos, no podía_ Sé que debo, pero no quiero…

-K-Komaeda, por favor… Te estás haciendo daño a ti mismo…

-No me importa…

-Si sigues así lo único que vas a hacer es convertir esos recuerdos en un tormento, Nagito. Si tan feliz eras con su presencia, lo mejor que puedes hacer es dejar de martirizarte y conservar las memorias lo más alegres posible, de lo contrario cada vez que pienses en ella solo vas a lamentarte de haberle conocido.

Hajime tenía la total razón, y aunque todavía se encontraba procesando las palabras, sabía que el castaño tenía toda la razón. Estaba tirando al vacío la alegría que le produjeron sus días mientras la peli___ aún estaba con vida. No pudo evitar que lágrimas rebeldes descendieran por sus mejillas y poco después se resignó ante la idea de quedarse allí y se marchó del lugar con Hajime y Mikan como compañía. Sabía que debía superarlo y que ello le iba a costar, pero era lo menos que podía hacer, por él mismo, y por ella…

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Ephemeral [Nagito Komaeda x reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora