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𖨂 ⁰¹
Era un domingo en la tarde. Naruto Uzumaki caminaba —de manera algo apresurada— por las concurridas calles de Konoha.
Ese era el día que solía dedicar a visitar las tumbas de sus padres, y como de costumbre, iba a la floristería Yamanaka a comprar algunos arreglos florales para llevar.
Normalmente iba en las mañanas, pero ese día Kakashi lo había mantenido horas y horas dentro de la Torre Hokage en una capacitación, así que no le quedó más remedio que ir más tarde.
Para su suerte, el cartel de la tienda mostraba "Abierto" aún. Como no sabía muy bien del horario de la floristería, temía que ya hubieran cerrado. Soltó un suspiro de alivio y empujó la puerta de vidrio para ingresar.
Con una de sus manos en los bolsillos y la otra elevada a manera de saludo, el Uzumaki hizo su entrada—. Hey, In- —sus palabras se vieron interrumpidas al dirigir su mirada al mostrador. Unos largos cabellos oscuros se mecieron ligeramente por la ráfaga de viento que pasó por la puerta. No era la Yamanaka—. Oh, Hinata —se corrigió con algo de sorpresa mientras se acercaba a la susodicha.
—N-Naruto —habló la ojiperla de igual manera, su cuerpo se sobresaltó ligeramente.
El rubio llegó hasta romper la gran distancia entre él y la chica. Colocó una mano en el mentón, pensativo. Analizando el rostro de la Hyuga peligrosamente cerca, cosa que llegó a ponerla algo nerviosa.
El ojiazul notó que Hinata tenía puesto un vestido blanco de tirantes que hacían resaltar su piel nívea, además de un delantal lila que tenía su nombre escrito en la parte superior.
—¿Huh? —se alejó un poco de la chica—. ¿Ahora trabajas aquí, Hinata? —preguntó confundido—. ¡Que sopresa!
La Hyuga negó ligeramente—. Quiero decir, más o menos. Me ofrecí a ayudar a Ino con la floristería cuando son sus horas libres o cuando debe ir a sus misiones —expresó con voz suave y luego sonrió.
