𝐀𝐦𝐨𝐫𝐭𝐞𝐧𝐭𝐢𝐚 (Dramione)

2. Castigo

Luego de una seguidilla de situaciones incómodas, una tras otra...

Un poco más tarde...

El Slytherin y la Gryffindor estaban de pie, delante del escritorio de Snape, quien los regañaba sin piedad, no sólo por haber faltado a su clase, sino por encontrarlos de forma tan indecorosa detrás de una importante armadura

—Como tuve el desagrado de apreciar, ya que ambos parecen haber superado sus diferencias y comenzaron a disfrutar de la compañía del otro, me parece que, los dos deberán cumplir el castigo juntos.- Snape les habló de forma pausada y cruzandose de brazos, para observarlos con una ceja arqueada

—Pero profesor, nosotros...- Hermione se quiso defender

Snape puso una mano delante de ella para acallarla

—No me interesa sus dramas de niñatos hormonados, ahorreselo señorita Granger, los dos tendrán que limpiar por completo el aula de pociones, incluyendo los calderos... Y como castigo extra, tendrán que clasificar uno a uno de esas pociones, además de ordenarlas por ingredientes y uso en la sala de inventarios... Y pobre de ustedes, si llegase a ver alguna poción mal inventariada... ¿He sido claro?.-

Los dos adolescentes asintieron apesadumbrado, discutir con Snape sólo lo haría peor...

—Ahora retirense.-

Los dos salieron sin chistar

Los días posteriores, se dirigieron al salón de clase para limpiarlo, lo que al menos les había llevado un par de días el dejarlo completamente limpio...

Luego les tocó ir al pequeño y solitario salón, donde se guardaban las pociones, para cumplir su castigo extra, de mala gana...

Pero extrañamente ambos, en todo ese tiempo, no se habían dirigido la palabra, mucho menos podían mirarse a la cara

Al menos no después de...

Bueno... Esa extraña cercanía

Al llegar, Hermione, haciendo gala de la valentía propia de su casa decidió que ya era hora de romper primero el hielo (aunque ya habían pasado tres días desde que iniciaron con aquel castigo)

—¿...Quieres ordenar las pociones por uso en este estante, o prefieres por ingrediente...?.- ella preguntó, aclarandose la garganta para parecer firme

El blondo volteo para mirarla con el ceño fruncido

—¿Quién te dio el permiso de hablarme de forma casual, impura?.- le preguntó con desdén

Ella frunció el ceño

—Sólo te estoy preguntando algo con respecto al castigo, ¡hurón malhumorado!.-

—¡Yo no tengo por qué hacer nada, todo esto es tu maldita culpa para empezar!.- gruñó él

—¡¿Mi culpa?!, te recuerdo que tu también chocaste fuertemente conmigo, hurón idiota.-

—¡No me digas hurón, sangre sucia!.-

—¡Se ve que tan "sucia" no te parezco, ya que te recuerdo hasta donde subió tu delicada manita de princesa!.-

El rubio hizo una mueca de indignación

—¡Mira si eres descarada!, además te recuerdo que no parecías tan puritana cuando te encontrabas muy ocupada buscando mi "varita".-

—¡Solo buscaba tu varita de verdad! ¡¿Que iba a saber yo, que eras un depravado?!.- chilló ella ruborizada hasta las orejas

—¡Admite que tramaste todo para manosearme!.- escupió furioso