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Los desordenes alimenticios no son un show, por favor busquen ayuda si están pasando por algo de lo que es mencionado en esta historia.
No están solos.

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Me encontraba en mi habitación, estaba comiendo el postre que me había traído Amy, otra enfermera, que consistía en una manzana cortada en rodajas. Había terminado casi toda la cena y estaba cansada, solo quería irme a dormir pero todavía tenían que pasarme otro suplemento mediante la sonda.

Suspiré y deje el plato en la mesa. Esto era infinito y parecía que nada nunca iba a mejorar.

Amy salió del baño, mi mamá había tenido que ir a buscar a mi hermana a un lugar por lo tanto ella se quedo el resto de la cena conmigo.

-¿Como estuvo la cena? - me preguntó mientras me acomodaba el suplemento.

-El arroz es mejor que el que cocina mi mamá. Las reseñas tenían razón, realmente son buenos cocinando. - Le conteste lo mas animada que pude, lo cual se ve que no fue mucho. Amy me sonrió y se dispuso a levantar la bandeja de comida para acto seguido abandonar la habitación.

La puerta volvió a abrirse unos minutos mas tarde y tras ella apareció una Ruby que se veía bastante alegre. Pero al verme de inmediato supo que algo andaba mal.

-Te ves deprimida. ¿De vuelta te dieron laxantes? -Bromeo. Yo reí un poco, una de nuestras primeras conversaciones se baso en yo quejándome debido a lo hinchada que los laxantes me hacían sentir. Por suerte dejaron de dármelos.

-Estoy cansada. -Respondí finalmente - Me gustaría poder irme de aquí.

Ruby me miró con una media sonrisa.

-Hay muchas maneras de interpretar esa frase. - Me dijo mientras se sentaba en la camilla a mi lado. -No puedes salir del hospital, pero puedes salir de esta habitación si quieres, mientras lleves el porta suero e intentes mantenerte en el mismo piso por supuesto.

-No me refería exactamente a ese tipo de salida, pero supongo que esta bien. Gracias Ruby.

Las primeras dos recaídas que tuve solía pasar gran parte de la noche en la sala de espera del tercer piso. Solían darme la cena a las nueve y dejaban que pasee hasta las doce. Esas horas las consumía hablando con Maxxine, siempre nos sentábamos en un sillón que estaba en frente de una ventana. Pero movieron el sillón de lugar, y Max ya no estaba conmigo.

Deje de ir cuando el falleció.

-¿No quieres ir? -Me preguntó y yo no quise contestar. - Ya se que lo extrañas. - Se me llenaron los ojos de lagrimas.

Recordar a Max me dejaba rota.

-Ni siquiera pude despedirme. El era lo único bueno de este lugar.- Dije respirando profundo, no iba a llorar. No quería.

-Voy a pretender que no dijiste eso. - Me respondió Ruby divertida. Pero yo ni siquiera sonreí, no pude. - A veces uno nunca se despide de esos seres queridos que te dejaron un vacío cuando se fueron. - Me dijo mientras me acariciaba el cabello.

Una lagrima cayó por mi mejilla, no me moleste en secarla.

-Son las diez y media, en caso de que cambies de opinión puedes dar vueltas hasta las doce. - Continuó hablando Ruby. - Si fuera tu me daría un respiro, solo sales para ir a la sala de enfermeras y aveces ni siquiera eso.

Se levantó de la camilla no sin antes dejar un beso en mi cabeza y se despidió de mi para luego salir de la habitación.

Yo seguía acostada, voltee hacia el porta sonda. Solo que de este no colgaba suero, si no que colgaba una bolsa con el suplemento que no podía ingerir vía oral. Me pase los siguientes cinco minutos observando el techo.

Me dolía el alma, pero quedarme acostada no iba a hacer que él regresara.

Me levanté y tome el porta suero para comenzar a caminar hacia la sala de espera del piso tres. Me senté en un sillón que había en el fondo cerca de una ventana y analicé el lugar. Estaba decorado con adornos navideños, pues se acercaba esa fecha.

Tome una de las revistas que reposaba en la mesa frente al sillón y comencé a leerla. Me dio un escalofrío debido a una corriente de aire que pasaba por la ventana detrás de mi, y me estaba por levantar para cerrarla, pero alguien se adelanto.

Un chico alto, con cabello corto, oscuro y ondulado se adelanto.

Cerró la ventana y se sentó a mi lado, no le di mucha importancia. Era una sala de espera y él no se veía enfermo, lo mas probable sea que estuviera ahí por alguna emergencia de algún familiar. Volví mi mirada a la revista, pero una voz interrumpió mi lectura.

-¿Por qué lees eso? - Me pregunto el chico de repente. Desvié mi mirada hacia el, que tenia su vista clavada en mi.

-¿Qué?

-Son revistas de hace dos meses, ¿Qué clase de noticia nueva esperas encontrar? - Me contestó, pero yo fruncí el ceño. No lograba entender que estaba pasando, ¿Era un desconocido que estaba reclamándome leer revistas viejas?

El seguía mirándome esperando una respuesta.

-Sabes, cuando pasas mas de tres meses encerrada en un hospital cualquier noticia del pasado te sorprende. - Le conteste sin gracia, pero él soltó una risa.

-Buen punto. - Habló aun riéndose. Yo volví mi vista al papel, había sido un día largo y no tenia ninguna intención de entablar una conversación con nadie.

Pero él volvió a hablar.

-¿Por qué estas aquí?

Lo miré levantando las cejas con una mirada obvia. El desvió su mirada desde mis ojos hasta mi nariz, y de mi nariz hasta el suplemento para acto seguido analizar mi cuerpo sin molestarse en ser discreto. Por un momento me avergoncé, pero rápidamente hablé con la intención de que dejara de analizarme.

-Quería una habitación mas grande y en mi casa no había.

Él volvió a reír.

𝙲𝚊𝚗𝚜𝚊𝚍𝚊 |𝚃𝚒𝚖𝚘𝚝𝚑é𝚎 𝙲𝚑𝚊𝚕𝚊𝚖𝚎𝚝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora