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Los desordenes alimenticios no son un show, por favor busquen ayuda si están pasando por algo de lo que es mencionado en esta historia.
No están solos.

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El peor cumpleaños de mi vida.
Me encontraba sentada en la sala de espera, había despedido a mi familia un par de horas de horas antes y decidí quedarme ahí leyendo un libro que me había regalado mi prima.

Era cómico pensar en que mi yo de diez años había armado una lista de cosas que iba a hacer cuando cumpliera dieciocho.

incline mi brazo para alcanzar el cuaderno donde guardaba la lista.

"Recorrer el mundo."

Yo no tenia dinero suficiente para recorrer el mundo. Incluso si lo tuviera, carecía de energía.

-Feliz cumpleaños. - Escuche la voz de Ruby hablar emocionada mientras dejaba un beso en mi frente.

-Gracias, es la cuarta vez que me lo dices en el día. - le agradecí con una sonrisa en mi cara abrazándola.

-No tuve tiempo de hablar contigo, tu familia estuvo todo el día aquí. -Me dijo mientras sacaba un paquete plateado con un moño de su bolsillo y lo extendía hacia mi.- Toma, para que no se te olvide que siempre serás mi favorita.

Le volví a agradecer agrandando aún más mi sonrisa. Abrí el paquete encontrándome con un hermoso anillo de plata que tenia una piedra azul en el medio.

Salté sobre Ruby abrazándola.

-Es hermoso. Gracias Ruby, no se que haria yo aquí sin ti.

Hable un poco más con ella, hable cerca de una hora del desastroso cumpleaños que había tenido. El cual había terminado con mis primas de cinco años llorando porque les daba miedo mi sonda nasogastrica. Yo no las culpaba, probablemente mi yo de cinco años también se hubiera asustado de verme así.

-Bueno pues espero que tengas un lindo cumpleaños lo que queda de la noche. Es sábado, puedes quedarte merodeando hasta las doce y media si quieres. Es mi noche libre, yo me voy a casa. -Habló Ruby dejando otro beso en mi frente y levantándose dispuesta a irse.

-Saluda a Robert de mi parte. Dile que vuelva pronto, quiero armar otro rompecabezas con el.

-Le diré. -Me contestó riendo.

Robert era el esposo de Ruby. Llevaban casados más de veinte años, el solía venir seguido y cuando lo conocí trajo ocho rompecabezas sencillos para que armemos juntos. Era un buen hombre, tan bueno como Ruby.

Mire el reloj en la pared, eran las once y media de la noche. Desvíe mi mirada hacia el televisor que colgaba de la pared, en el solo se veían las noticias, las cuales no eran muy interesantes.

-Evolucionaste de leer revistas con noticias viejas a ver la televisión. Me enorgulleces. - Apareció Timothée de repente.

¿Cómo es que nunca lo escuchaba llegar?

No respondí y tampoco volteé a verlo. Había evitado hablar con el desde la pequeña discusión que habíamos tenido dos noches atrás.

-Por cierto, feliz cumpleaños. -Volvió a hablar y vi de reojo como acercaba algo a mi lentamente. Dirigí mi mirada hacia el.

Era un globo rosa con dos palabras escritas en el centro.
"Lo siento"

Sonreí un poco.

-Me esforcé mucho en inflarlo, tuvieron que darme oxígeno dos veces. -Me dijo sentándose a mi lado. Lo mire levantando una ceja.

-Valió la pena, flota tanto que pareciera que lo inflaste con helio.

-Bueno capaz lo infle con helio. -Me contestó con una pequeña sonrisa.

-Gracias.

-Lo siento. -Volvió a hablar. -No es mi intención descargarme contigo. -Su tono parecía arrepentido. Lo mire.

-Olvídalo. - Dije restándole importancia, simulando que no había llorado toda la noche por el comentario de un insignificante desconocido.

"Perra sensible" Pensé en mis adentros.

Pero Timothée parecía inseguro, rápidamente cambió su expresión a una sonrisa e inclinó su mano hacia mi.

-Volvamos a empezar. -Dijo ante mi mirada confundida. -Timothée Chalamet, tengo insuficiencia cardíaca y me estiman cerca de cinco años mas de vida si resulto ser parte del 50% que fallece debido a esto.

Estreché mi mano con la suya.

-Tyler Snecherf. -Me presenté.- Tengo anorexia nerviosa, bulimia no purgativa, ortorexia y  permarexia. Mi frecuencia cardiaca es muy baja, por lo que mi corazón podría fallar en cualquier momento, realmente no tengo un tiempo estimado de vida.

-Estas realmente jodida. -Me contestó Timothée con una expresión de asombro.

-Vas a morir en cinco años, tú estás peor que yo. - Le respondí aún sosteniendo su mano.

Relajó tu expresión y soltó una ligera risa.

-Es un buen punto.

Reí junto a él y volví mi vista al frente viendo enfermeros pasar y familiares de pacientes despedirse de estos mismos.

Me gustaba el hospital en la noche, era mucho mas tranquilo que de día y había menos gente, lo que me permitía poder caminar si sentir la mirada de las personas sobre mi en cada paso que daba.

-¿Duele eso? -Escuché a Timothée preguntar. Volteé a verlo y noté que su mirada estaba sobre el porta suero, el cual cargaba una bolsa de suplemento, ya casi vacía.

-No realmente, logré acostumbrarme, solo se siente un poco frío.

-Se ve incomoda. -Yo me encogí de hombros.

-Los primeros días si dolía, no podía hablar, pero no tengo otra opción. - Respondí recordando cuando me la habían colocado.

Recuerdo que estaba llorando en la sala de espera mientras Max me abrazaba y me hacía chistes, yo lloraba mientras le escribía en un papel que no me hiciera reír porque me dolía la garganta.

Papel que tengo guardado en mi cuaderno junto a mi lista de deseos para mis dieciocho.

Timothée iba a hablar pero un enfermero nos interrumpió diciéndonos que ya eran mas de las doce y media y que debíamos volver a nuestras respectivas habitaciones.

Me levante con la intención de dirigirme la mía, pero la voz de Timothée me interrumpió.

-Eres valiente. -Lo escuché decir. -La única persona que conocí con anorexia decidió darse por vencida. Lamento mucho lo que esta pasando por tu cabeza.

Desde lejos se podían ver sus ojos un poco aguados, se dio vuelta entrando por la puerta de la habitación.

-Gracias Timmy. - Contesté sonriendo antes de que cerrara del todo su puerta. Y yo abrí la mia.

Acomode el globo que me había regalado en el extremo de la camilla y me acosté dispuesta a dormir.

𝙲𝚊𝚗𝚜𝚊𝚍𝚊 |𝚃𝚒𝚖𝚘𝚝𝚑é𝚎 𝙲𝚑𝚊𝚕𝚊𝚖𝚎𝚝.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora