-Ya me harté.
-Aaliyah-Oigo decir a mamá cuando oye a mi hermana quejarse sentada en el sofá del cuarto. Yo la miro en silencio mientras que ambas pasan el rato conmigo. No tengo idea de a dónde se fue papá. Supongo que estará trabajando. No lo sé, no sé qué hora es. -Tu hermano tiene que comer.
-Se demora una eternidad. Ya me cansé. No puede ni abrir la boca-Dice ella con molestia e indicándome casi que indignada. Oigo a mamá suspirar rendida cuando la cuchara con jalea choca contra mis labios que apenas entreabiertos logran saborear lo poco que entró en mi boca.
-¿No puedo por lo menos irme a ver a Holly?
-No, tú sigues castigada y no te quiero cerca de esas personas-Dice mamá con severidad. Mi hermana refunfuña desagradada. Siento la cuchara chocar con mis labios entreabiertos otra vez. La jalea cae contra mi torso.
Oigo a mamá bufar. Yo sólo puedo quedármela mirando, sintiéndome bastante humillado por necesitar ayuda para comer una jalea. El pote es más pequeño que mi mano y llevamos casi veinte minutos intentando que dé el primer bocado. No sé cómo es que mamá tiene tanta paciencia. Hasta yo la perdí.
Quiero decirle que deje de intentar, pero tampoco quiero que vuelvan a ponerme ese tubo en la nariz. Quiero gritarle que ya deje de perder el tiempo y que me deje tranquilo un rato. La he tenido sobre todas estas horas y puede que suene raro, pero no la quiero aquí. Quiero tiempo para estar tranquilo sin ellos mirándome con esas expresiones. Mamá sólo me mira al borde del llanto, mi hermana ya está notoriamente cansada de mí y papá me mira tan afligido como si le dijeran que va a tener que vender los riñones para costearse las cuentas del hospital.
Quiero un descanso de ellos. Sólo quiero estar a solas un rato sin tener que humillarme por no poder hacer literalmente nada por mi cuenta. No puedo comer, no puedo caminar, no puedo ni ir al baño sin un tubo metido en mí.
Dios, lo que daría por poder decirles que me dejen tranquilo.
-No entiendo qué es lo que hacías tú en esa fiesta-Dice ella entonces. Mi hermana guarda el teléfono en su sudadera. -Tienes quince años.
-Shawn tenía catorce en su primera fiesta.
-Ese no es el punto, Aaliyah. Eres una niña. No deberías haber estado ahí. Me dijiste que irías donde Savannah, no que te irías a meter a una fiesta con chicos de último año.
-¿Por qué todos me siguen tratando como si fuera una niña?
-Porque lo eres. Tienes quince. No vas a volver a ninguna fiesta nunca más ¿Me oíste? Mucho menos después de que me mentiste.
-Pero todos mis amigos—
-No me importan tus amigos-Exclama mamá con molestia. -Me mentiste para irte a una fiesta llena de chicos de dieciocho años donde había alcohol y drogas. ¿Por qué no escuchas nada de lo que te digo? ¿Acaso no ves cómo está tu hermano por todo esto? Es muy peligroso para ti ir a esos lugares. Nunca más vas a tener permiso para salir. No vas a salir de fiestas, no vas a irte a dormir donde tus amigas, no vas a salir a ningún lado nunca más.
-¡No es justo que me castigues a mí por esto! Esta no es mi culpa. Yo sólo fui a una fiesta para divertirme con mis amigos y me estás castigando a mí cuando no soy yo la retardada que está en esa camilla.
Mamá guarda silencio. Puedo ver a Aaliyah encogerse en su lugar temblorosa por lo que acaba de decir. No habla, incluso parece contener el aliento. Siento a mi madre limpiarme la jalea del torso para luego tirar el pote a la basura.
Quiero decirles que no peleen y que esta no es culpa de nadie, al menos no de nadie aquí. Es culpa de Jack. Él era el que iba al volante bebiendo, él es el que empezó a amenazarme con estrellarnos, él fue el que en efecto nos hizo chocar contra ese poste. No es culpa de Aaliyah y que mamá le haya gritado todas estas cosas sí me parece demasiado injusto, pero por supuesto que no puedo decir nada al respecto. De todas formas no creo que mamá me escucharía si le dijera lo que pienso.
-Vete al coche-Musita mamá casi sin voz. Aaliyah se la queda mirando antes de soltar un gruñido.
-¡Todos en esta familia son unos insoportables!
