NUEVO DÍA DE ESCUELA tenía que apresurarme o llegaría muy tarde.
— ¡santo cielo! aún tengo que ver a onjo y cheong san.— tomé la mochila y salí inmediatamente del departamento y corrí hasta el lugar donde nos veríamos.
—Hola onjo, cheong san! —saludé con la respiración agitada, los dos sonrieron.
—vámonos se nos hace tarde— exclamó onjo y empezó la carrera hacía el instituto Hyosan.
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Ya en el salón de clases todo el mundo hablaba entre si, riendo, murmurando cosas o simplemente durmiendo sobre la carpeta.
Estaba sentada al lado de una compañera la cual se notaba muy pálida. Era raro verla así, me pregunté si debía preocuparme, no quería que le pasara algo así que decidí hablarle.
— ¿te sientes bien? — cuestioné en voz baja y ella asintió — bien. — murmuré algo insegura volteando hacia otro lado.
Mis pensamientos fueron interrumpidos en el momento en que llegó onjo y se notaba enfadada, entonces le aventó la mochila cheong- san quien solo la miró con una sonrisa traviesa.
— quítate de mi mesa!— esa voz...
Voltee a la dirección en la que se escuchó el grito, nayeon gritaba a gyeon-su.
No soportaba el hecho de que se creyera mejor que otros por el solo hecho de la diferencia económica.
— ¡deja de ser tan histérica na-yeon! — exclamé un poco fuerte causando que la mayoría de estudiantes fijaran su mirada en mi.
Sin arrepentirme de lo hecho baje la mirada, fingiendo que mi libreta era más importante que cualquier otra cosa.
Al cabo de unos minutos entró la profesora park.
—oigan ya basta, todos a sus lugares ya vamos a empezar muevanse. — ordenó acomodándose en su escritorio.
— buenos días— saludamos a coro y ella sonrió
—muy bien niños ya saben, entreguen sus celulares.— pasaron a dejar sus teléfonos
Tuve una sería lucha en mi mente si entregar o no el mío, tal vez no seguiría las reglas hoy.
Cheong san quien pasaba al lado mío se agachó para quedar a la altura de mi hombro y susurrarme al oído — no vas a dejarlo también?
sentí un escalofrío recorrer mi columna de principio a fin solo negué y asintió.
— suerte con la jugada — empezó a reír le pegué suave con mi hombro— Auch oye! — dió un quejido y se fue sobándose el rostro.