Era extraño cuando sus miradas se encontraban, la mezcla de sentimientos y el latir de sus corazones era tan..
Tan inoportuno porque estaban en medio de un ataque de zombies.
Pero simple, los sentimientos no se pueden detener ni puedes luchar contra...
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Los chicos salieron rápidamente, antes de que los zombies aparecieran en su campo de visión.
La escena no era agradable y Gwinam había salido corriendo. Mientras tanto los demás chicos se mantenían sorprendidos.
Namra sostenía su brazo con fuerza, la suficiente para dejar marcas rojas.
— Namra... — Suhyeok se acercó con cuidado — Mierda.
Cheongsan trago saliva, incluso si Namra no era su persona favorita, la chica era demasiado inteligente y con un gran liderazgo.
— Creo que... Tendré que suicidarme — dijo al ver su mordida, se acercó a la ventana sentándose en ésta, lista para caer.
Ninguno dijo nada, solamente se mantenían callados, sin emitir algún solo ruido.
— I-iré a ver a Gwinam. — Cheongsan dijo mientras se daba la vuelta.
— No, él... Ni siquiera sabemos qué es él. — Suhyeok se acercó para tomarlo por detrás — Sé que es tu amigo, pero... no es el mejor momento — con algo de miedo acercó su mano al cabello de Cheongsan, masajeando un poco intentado liberar algo de tensión.
— É-él la mordió ¡Todos lo vimos! — Hyoryeong le dijo nerviosa. — ¿Cómo irás con el ahora?
— ¡No! Gwinam, él n-no, jamás. — Cheongsan defendió.
— No dejaré que vayas ahora, tal vez... cuando el venga y quiera verte, cuando esté normal y no siga su impuso. Te lo prometo.
Unos minutos después, luego de que Namra haya sido mordida no había sucedido nada.
Solo su ojo cambió un poco a ser de color rojo y ser rodeado por ese mismo color.
— Moriré de hambre — Daesu rompió el silencio.
— Salgamos, hay un lugar donde pueden comer — Cheongsan dijo, aún algo asustado.
— ¿A dónde? — Suhyeok le pregunto.
— El salón de música, Gwinam nos llevó ahí ayer, sabemos que no han comido desde hace un día, vayamos y... Luego veremos qué hacer. — San pidió que lo siguieran y comenzó a caminar, con cuidado y formando una fila.
— Mierda — Junyeong dijo cuando el termo color rosa cayó de sus manos, provocando un ruido alto y con eco por el vacío del pasillo.
Comenzaron a correr, subiendo las escaleras con tal rapidez. Finalmente llegaron, intactos. Tal y como Cheongsan lo imagino, Gwinam está ahí.
