Era extraño cuando sus miradas se encontraban, la mezcla de sentimientos y el latir de sus corazones era tan..
Tan inoportuno porque estaban en medio de un ataque de zombies.
Pero simple, los sentimientos no se pueden detener ni puedes luchar contra...
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Movía desesperadamente su pierna, quería que esos zombies se encargarán de Cheongsan, no quería ensuciarse con su sangre. Rogaba que Suhyeok no lo encontrará y así ella podía consolarlo. No era estúpida, sabía que ellos dos se gustaban y aunque al principio pensaba que el enemigo era Namra y por eso "incitó" a Gwinam a morderla... Bueno, ella es muy buena manipulando.
Con sus propios halagos se le ocurrió otra idea, manipular a Suhyeok, ese sería su plan b, el c es matar a Cheongsan con sus propios dientes.
— Hola... — Namra digo, esperando que todos los chicos estuvieran ahí.
— Hola~ — saludo sonriente — ¿No encontraste a Gyeongsu? — hizo un puchero.
— Hija de- — Gwinam corrió hasta ella pegando su cuerpo a la pared y ahorcando su cuello.
— Hola, Gwinam — dijo antes de que hablar se le dificultará.
— ¿Dónde están los chicos? — Namra se acercó a ella.
— N-no sé — respondió con dificultad.
— Te hicieron una pregunta, ¡responde! — apretó más fuerte, haciendo que las venas de su brazo se marcarán.
— Cheon-s-san, s-sali-ó — sus pies se movían sin poder tocar el suelo — ¡Suéltame!
— Ya suéltala... — Namra le pidió, dando golpes en el brazo.
— Muerto el perro, se acaba la rabia — Gwinam apretó aún más, su rostro rojo de enojo.
— ¿Nam? — Cheongsan entró — ¡Suéltala! — corrió hasta sus amigos — ¿Por qué? ¡Prometiste no hacerle daño a nadie, me lo prometiste!
— San... — Gwinam lo miró — Aléjate.
— Cheong— murmuró Suhyeok con dolor y Cheongsan no pudo hacer más que empujar a su amigo y atrapar a Onjo.
— Cheongsan, ella no es como tú crees. — Namra se acercó al chico.
— No la conoces, yo he estado con ella por años, sé cómo es — Cheongsan la abrazo, dándole aire con su mano.
— Sannie... — Gwinam intentó tocar su hombro.
— ¡Aléjate! ¿Qué mierda querían hacer? ¿Matarla?
Sin querer decir más, salió del salón con la cabeza baja.
— Debiste apretar más fuerte. — aún con el rostro mojado por las lágrimas, Nayeon bromeó.
