SIETE

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Namra camino lentamente a Onjo y la jaló para llevarla a la habitación más apartada del salón de música

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Namra camino lentamente a Onjo y la jaló para llevarla a la habitación más apartada del salón de música.

— Tú sabes dónde está Gyeongsu — Namra habló de repente.

— ¿Qué? Dios, acabo de regresar, casi muero y tú me dices eso ¿De verdad? — Onjo intento sonar lo más inocente posible.

— Dilo ahora, probablemente te odien menos — Namra le impidió salir.

— No te metas en esto o-

— ¿Qué me harías? — Namra le sonrió superficial — ¿Podrías hacerme algo? ¿Matarme? No digas estupideces y mejor confiesa o yo le diré la verdad a Cheongsan.

— Ve — la sonrisa de Namra desapareció. — No te creerá, yo soy su amiga de la infancia y tú solo... una compañera.

Y era verdad, sabía que ella no era la persona favorita de Cheongsan.
Pero no perdía nada con decirlo.

— ¡Cheongsan! — salió llamando al chico mientras era perseguida por Onjo — Ella tiene algo que decirte.

— ¿Onjo? ¿Qué pasa?

— Yo ví a Gyeongsu... — confesó — Pero estaba siendo mordido, yo — comenzó a llorar — no pude hacer nada... Perdóname.

Cheongsan la miraba, solo eso, la miraba.

La miraba con los ojos llorosos.

— ¡M-mentirosa! — Nayeon le gritó. — Seguramente t-tú... ¡Agh! — comenzó a llorar. — Cheongsan, ella miente ¿Verdad? ¡Presidenta! ella miente ¿c-cierto?

Namra se quedó estática, sin decir nada ¿Y si Onjo decía la verdad?

— Presidenta... — Cheongsan la miro, intentando buscar algo de esperanza en los ojos de la chica. — ¿Gyeongsu está vivo?

— Sí... — Namra soltó, sin pensar bien. — Iré a buscarlo, creo que... Gwinam y yo somos iguales, no somos zombies ni humanos. — la chica le sonrió mientras tomaba su mano — Regresaré con él, te lo... — pensó un poco, pero la mirada llena de alegría de Cheongsan le dió un paso más a mentir. — Te lo prometo, Cheongsan.

El chico limpio sus lágrimas y la abrazo, agradeciéndole un montón de veces, todos miraban a la presidenta admirando a la mujer.

Menos Suhyeok. Solamente negaba la cabeza, sabiendo que la chica lo miraba. No era correcto despertar falsas esperanzas.

— Te deseo tanta suerte... — hipócritamente, Onjo se acercó para abrazar a Namra — De verdad, ojalá lo encuentres. — le dijo al oído.

Namra salió del pequeño hogar que construyeron con esfuerzo.

— ¿Por qué le mentiste? — Gwinam se acercó a ella. — Eres despreciable por mantenerle esperanzas tontas.

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