_C A P I T U L O_ 02

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Eren cruzó los brazos, cerró los ojos y respiró profundamente. El vacío que sentía en su interior pronto fue reemplazado por una gran tristeza.

Todo eso era demasiado. ¿Dónde se encontraba? ¿Qué era ese lugar? ¿Sería una especie de prisión? De ser así, ¿por qué lo habían enviado allí y por cuánto tiempo? El idioma era raro y a ninguno de los chicos parecía preocuparle si él vivía o moría. Las lágrimas amenazaron de nuevo, pero se negó a dejarlas salir.

–¿Qué hice? —susurró, aunque sus palabras no estaban dirigidas a nadie—. ¿Por qué me habrán mandado aquí?

Armin le dio una palmada en el hombro.

Nuevito, todos pasamos por lo mismo. Nosotros también tuvimos nuestro primer día y salimos de esa caja oscura. Las cosas están mal, es cierto, y pronto se pondrán mucho peor. Esa es la verdad. Pero en poco tiempo estarás peleando en serio.

‐¿Acaso esto es una cárcel? —preguntó, mientras hurgaba en la oscuridad de sus pensamientos, tratando de encontrar alguna conexión con su pasado.

–¿Ya terminaste con las preguntas? —repuso el muchacho—. No hay buenas respuestas para ti. Por lo menos, no todavía. Mejor no hables y acepta el cambio, que ya llegará la mañana.

Eren no dijo nada y permaneció con la cabeza baja y los ojos fijos en el piso rocoso y agrietado. Se sobresalto un poco al sentir una mano en su cabellera, al levantar la mirada se encontró con los ojos azules de Armin, quien acariciaba sus cabellos.

–Connie será perfecto para ti —dijo Armin, mientras dejaba de acaraciar el cabello sedoso de él contrario—. Es buena persona en el fondo. Quédate aquí. Ahora regreso.

No bien hubo terminado la frase, un aullido inhumano atravesó el aire. Agudo y penetrante, el grito resonó por el patio de piedra y todos los chicos que estaban a la vista giraron la cabeza hacia el lugar donde se había originado. Sintió que la sangre se le congelaba al descubrir que el horrible sonido provenía del edificio de madera.

Hasta Armin había saltado del susto, con una expresión de gran preocupación en su rostro.

–Carajo —exclamó—. ¿Acaso los docs no pueden controlar a ese larcho durante diez minutos sin mi ayuda? —Sacudió la cabeza y pateó ligeramente el pie de Eren—. Habla con Connie, dile que tiene que buscarte un lugar para dormir —dio media vuelta y iba a comenzar a correr hacia el edificio pero, la voz de Eren lo detuvo.

-Eren, mi nombre es Eren —Dijo mientras observaba al rubio, esperando alguna reacción—. No sé porque pero, me gustaria que fueras él primero en saberlo —Eso último lo susurro pero, el oji-azul logró escucharlo.

–Encantado de conocerte Eren —Su ojos tenian un brillo peculiar y una sonrisa adornaba su rostro, junto con un leve sonrrojo—. Debo irme, ten cuidado —Dijo no sin antes acariciar el brazo del contrario.

Eren se deslizó por el tronco del árbol hasta caer otra vez en el suelo. Y observo su mano, donde el rubio le había acariciado. Sonrió, por primera vez désde que llegó a es lugar.

Permaneció sentado durante un rato, demasiado agobiado como para moverse. Finalmente, se obligó a examinar el edificio derruido. Un grupo de chicos que se había amontonado afuera observaba con ansiedad las ventanas superiores, como esperando que una espantosa bestia saltara al suelo en medio de una explosión de vidrios y maderas.

Un chasquido metálico, que venía de las ramas más altas del árbol, llamó su atención. Miró hacia arriba y alcanzó a ver un destello de luz plateada y roja que desaparecía por el tronco hacia el otro lado. Se puso de pie y caminó alrededor del árbol, buscando una señal de aquello que había oído, pero sólo encontró ramas desnudas, grises y cafés, que se abrían en bifurcaciones, similares a los dedos de un esqueleto.

El corredor del laberinto || EreMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora