_C A P I T Ú L O_05

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–Voy a decirte lo que yo quiera, Nuevito. Vamos.

–¿Puedo ir? —preguntó Connie desde la mesa.

Levi estiró la mano y le pellizcó la oreja—. ¡Aay! —chilló el niño.

–¿Acaso no tienes trabajo, pichón? —le preguntó—. Hay mucha limpieza por hacer.

Connie levantó los ojos en señal de irritación y luego miró a Eren.

–Que te diviertas.

-Haré lo posible —le contestó. De pronto, sintió pena por Connie. Deseó que los demás lo trataran mejor. Pero él no podía hacer nada al respecto, ya era hora de irse.

Se alejó con Levi, esperando que ésa fuera la inauguración oficial de la Visita Guiada.



Comenzaron por la Caja, que en ese momento permanecía cerrada. Era una puerta doble de metal apoyada contra el suelo, cubierta con una pintura blanca agrietada y oxidada. Había mucha más luz y las sombras se movían en la dirección opuesta a la que Eren había visto el día anterior.

Todavía no había divisado el sol, pero daba la impresión de que iba a aparecer sobre la pared oriental en cualquier momento. Levi apuntó hacia abajo señalando las puertas.

–Esto es la Caja. Una vez por mes, recibimos Novatos como tú, nunca falla. Una vez por semana, nos llegan suministros, ropa, algo de comida. No necesitamos mucho, prácticamente nos abastecemos nosotros mismos.

Eren hizo una señal afirmativa. Sentía que el cuerpo le ardía de ganas de hacer preguntas.
Necesito cinta adhesiva para pegarme la boca, pensó.

–Esa Caja es una sorpresa constante para nosotros, ¿me captas la idea? —continuó—. No sabemos de dónde vino, cómo llegó hasta aquí, ni quién está a cargo. Los larchos que nos mandaron aquí no nos dijeron nada. Tenemos toda la electricidad que necesitamos, cultivamos y criamos casi todo lo que comemos, nos hacemos la ropa y todo lo demás. Una vez tratamos de enviar a un Novato de vuelta en la Caja. No se movió hasta que lo sacamos de ahí.

Eren se preguntó qué habría debajo de las puertas cuando la Caja no estaba allí, pero contuvo la lengua. Sentía una mezcla de curiosidad, frustración y asombro, todo matizado con el recuerdo constante del horroroso Titán de esa madrugada.

Levi continuaba hablando sin molestarse en mirarlo a los ojos.

–El Área está dividida en cuatro sectores —levantó los dedos mientras los enumeraba—: Jardines, Matadero, Finca, Lápidas. ¿Lo captaste?

Vaciló, pero después asintió con cara de confusión.

Los párpados de Levi se sacudieron brevemente y siguió hablando. Parecía que pensaba en todas las cosas que podría estar haciendo en ese momento. Señaló hacia la esquina del noreste, donde se encontraban los campos y los árboles frutales.

–Los Jardines. Allí tenemos los cultivos. El agua viene por cañerías que se encuentran en el suelo: siempre han estado, de lo contrario habríamos muerto de hambre hace mucho tiempo. Nunca llueve aquí. Jamás —y apuntó al rincón del sureste, la sección de los corrales y el granero—. El Matadero, donde criamos y matamos animales —luego señaló hacia el sector de las viviendas lastimosas—. La Finca. Ese estúpido lugar es dos veces más grande de lo que era cuando llegó el primero de nosotros, porque seguimos haciendo agregados cada vez que nos mandan madera y plopus. No será bonito, pero funciona. De todos modos, la mayoría duerme afuera.

Eren se sentía mareado ante las innumerables preguntas que daban vueltas en su mente.

Por último, le tocó el turno a la esquina del suroeste, la zona del bosque. Tenía adelante varios árboles raquíticos y bancas.

El corredor del laberinto || EreMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora