parís ★ banginho, chanho

trois

— ¡no voy a llamarte hyung! —exclamaba minho con indignación.

— vamos min, hace mucho que nadie me llama hyung. —contesta minho en un puchero exagerado. — además soy mayor que tú, tienes que llamarme así. —contraatacó divertido.

— ¡no estamos en corea, no tengo que llamarte hyung! —se negó minho con las orejas rojas.

— honnie, ¿por favor? ¿solo por hoy? —pregunta chan entonces, con un tono suave.

— solo por hoy... —susurra el contrario pensativo. — solo por hoy, hyung. —acepta al fin.

chan sonrió en grande, mientra sus oscuros orbes desaparecen en el gesto. 

se encontraban en una de las improvisadas clases de francés en la casa del australiano, y este se dedicaba a observar a minho fruncir el ceño mientras trataba de resolver algunos ejercicios sobre la mesa de estudio que había habilitado para sus lecciones. el sol llegaba alegremente por la ventana del cuarto, induciendo directamente sobre el cabello pelinegro de lee, y chan lo observaba fascinado, con los ojos pegados a sus hebras que con la luz del sol resplandecían.

— hyung. —lo llamó el menor con vergüenza, sacándolo de su ensoñación.

— dime. —habló chan aclarando su garganta con nerviosismo.

— no entiendo esto. —respondió minho con un puchero avergonzado.

bang se mueve de su sitio hasta quedar a su lado, minho señalaba con el dedo el ejercicio en cuestión, y chan se lo explicó lo mejor que pudo, teniendo en cuenta la inminente cercanía del chico. 

minho se había convertido rápidamente en parte de su anteriormente aburrida rutina. su vida era tranquila, pero minho le daba ese color especial que tanto le encantaba, con su dulce sonrisa, su comportamiento infantil y sus repentinas ocurrencias había puesto su mundo patas arriba. 

y no solo en su mente.

el corazón de chan latía acelerado mientras trataba de ignorar las mariposas que revoloteaban ansiosas en su estómago, fallando una vez más en el intento.

minho sonríe agradecido y continúa con el ejercicio, chan juega con el bolígrafo entre sus dedos nervioso, queriendo esconderse en su mente, como si de una coraza se tratase.

quizá era lo mejor.

esconderse.

hacer como si ese pequeño pelinegro de ojos gatunos no provocase en él cientos de sentimientos que, muy a su pesar, no tenía idea de como controlar. 

cuando se despiden esa tarde el sol todavía brilla, y minho sonríe en grande mientras recorren la ciudad en dirección a la vivienda del menor. chan lo observaba en silencio, como si fuese la más bonita obra de arte.

y bueno, para él sin duda lo era.

"aceleras mi corazón y mi mente se vuelve liviana.
sin siquiera darte cuenta, con una simple mirada.
con el sol incidiendo sobre tu figura y mi cordura ida en el brillo de tus hebras lo pones todo al revés.
y sonrío triste y aliviado, porque por más que mi corazón quiere hacértelo saber, sé que tú ni siquiera lo ves."
- B.C