III

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Especial de San Valentín

-Maldito lunes.- Se quejó mientras frotaba sus ojos con los puños cerrados.

Apenas las 6:30 de la mañana y ya tenía que levantarse, pero eso no es lo que más le molesto al joven alfa, sino el hecho de no haber sentido al menor junto a él. Tal cosa le hizo sentarse rápido en su lugar y abrir los ojos, tratando de buscarlo, también a los costados de la cama.

Sólo faltaron unos momentos para escuchar la melodiosa voz del omega diciendo un suave:

-Estoy aquí~

Se podía ver cómo entraba con una gran bandeja con la comida, bebida y una bonita rosa en el medio de ambos platos.

-Ay, cariño, me asusté. Ven, déjame ayudarte.- Murmuró con una bonita sonrisa, levantándose con cuidado de la cama, acción que fue detenida por las palabras del más pequeño.

-Nope, te quedas ahí. ¿Qué sentido tiene traernos el desayuno a la cama si lo harás por mí?- Habló con un bonito puchero en su rostro, terminando de llegar a la gran cama.

-Está bien, mi pequeño.- Era lindo ese gesto pequeño pero tan romántico por parte de su lindo bebé.

Se había tomado el tiempo de despertarse temprano y hacerles el desayuno a los dos el solito.

Koo cada vez estaba aún más seguro que ese omega era el indicado, el omega perfecto para él, y él era el alfa perfecto para el pequeño. Se complementaban tan bien.

-Muchas gracias, bebito, muchas gracias de verdad.- Le sonrió con dulzura, mientras el menor dejaba la bandeja en la cama, no sin antes el más alto haber estirado las sábanas para que nada se cayera.

-No hay de qué, mi lindo alfa. Feliz San Valentín, por cierto.- Se veía feliz, tan tierno que el contrario sólo quería llenarlo de besos.

-Feliz San Valentín para ti también, cachorrito.- Le susurró cariñoso, tomando las suaves y largas manos de su chico para acercarlo a él, siendo cuidadoso para al momento de hacer que se siente en él no se lastime.

-¿Sabes que eres lo mejor que me ha pasado, cielo?- Preguntó mientras se escondía en el cuello de su pareja, un olor tan lindo a frutos rojos. Se sentía realmente bien.

-¿Y tú sabías que eres la persona más importante para mí, alfita lindo?- Le respondió entre suaves risitas, dejando que el mayor dejara caricias con su nariz en la glándula de olor.

-Uh, hueles tan bien, princesa.- Ese apodo le hacía chillar al más bajito, un apodo que le hacía revolver sus sentidos desde que Jeon se lo puso.
Lo recuerda tan bien, cómo si hubiera sido ayer;

"¿Puedo llamarte "princesa", dulcecito?"

Fueron las palabras que Gguk usó para adquirir el permiso del lindo lobito, aunque estaba casi seguro que lo iba a rechazar.

Ese apodo y el de "Príncipe" eran los favoritos de Kim, lo hacían sentir protegido, cómo alguien pequeño y amado, alguien importante para la persona que lo ha hecho sentir feliz durante tantos, tantos años.

-Gracias, alfita, tú también hueles muy bien.- Las mejillas del pequeño tomaban poco a poco un precioso color rosado.

-¿Será que allí abajo también hueles así?- Preguntó coqueto el de puntas azules, llevando sus manos al a la cadera de su omega, omega el cuál se había quedado helado ante tal comentario.

Chico De Cristal-KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora