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El pequeño taehyung se estaba removiendo como un gusanito entre sus sábanas blancas con fresitas. Soltaba lamenteros gemidos mientras hacía todo lo posible para ya no sentir ese molesto piquete en su brazo derecho.

-Pequeño, ya pasará el dolor.- Trató de consolar el alfa a la vez que se acercaba al rostro del menor para darle lindos besos de piquitos en el mismo, pero fue rechazado mientras el otro mantenía sus ojitos cerrados.

-¡Tú me llevaste al doctor, yo no quería vacunarme!- Se quejó el chiquillo, apartando sin mucha fuerza al más grande. -Es más, ¡ni siquiera me compraste un helado luego!- Seguía reclamando.

-Cariño, era necesaria la vacuna, te lo digo de verdad; ya sabes que tu cuerpo es frágil, tan sólo imagina lo que te pasaría si te enfermas.- Trató de convencerlo, pero sólo consiguió un sollozo casi automático del omega.

El alfa suspiró, cómo si intentara tomar toda la paciencia y sabiduría del mundo para saber cómo convencer a su novio de que no le había hecho nada malo.

Y en ese momento lo supo.

El pequeño se escondió debajo de las sábanas, dándole la oportunidad perfecto al más alto para atacar; de manera sigilosa de acercó a él y, en un abrir y cerrar de ojos, el pequeño estaba siendo atacado por las cosquillas del otro, retorciéndose de la risa entre las sábanas mientras que con sus pequeñas manos intentaba sacarlo, pero era imposible.

Cada segundo que pasaba, el malhumor de Tete disminuía, pero en cuanto esté último se dió cuenta de esto, se puso de malas.
¿Cómo podría rendirse tan rápido ante esto? Y el pequeñito, ante tal humillación, creó rápidamente un plan, que en su cabeza era realmente malvado.

Y ahí se escuchó, un chillido realmente agudo que aturdió a Koo, haciendo que este dejé de hacerle cosquillas en cuestión de un parpadeo. El Omega aprovechó su momento de victoria para salir de debajo de las sábanas e ir corriendo en otra dirección, más específicamente hacia el baño.

El alfa se espantó al verlo correr de esa forma; temiendo que se vaya a lastimar, lo persiguió hasta donde se encontraba, pero no pudo llegar a atraparlo ya que su noviecito le cerró la puerta en la cara.

Gguk dió pequeños masajes a su sien mientras intentaba pensar en algo para poder ganarle esta vez, pero en cada escenario Taetae salía corriendo por toda la casa, encontrando un lugar nuevo para esconderse.

Cuando Koo iba a empezar a decir un montón de tonterías esperando que Tae lo perdone y le abra la puerta, se le ocurrió algo que sin dudas funcionaría. -Está bien, Tae, tú ganas. Me iré a mi casa, si necesitas algo me avisas.- Soltó usando su mejor voz de serio, aunque le exprimiera el corazón tener que hacerle eso a su bebé, pero es sue la vacuna no era todo, también debía de tomar sus medicamentos, y esa sería otra batalla muy  larga.

Caminó hasta la puerta de salida y la abrió, asegurándose de ser lo suficientemente ruidoso como para que su bebé lo escuchara, y funcionó, porque sintió cómo lentamente se habría la puerta del baño, así que en ese momento se escondió, pegando su espalda a la pared interior atrás de la puerta, esperando su momento.

Los pequeños pasitos del Omega resonaron en el silencio de la casa, saliendo lentamente de su apartamento sin darse cuenta de que la puerta se movió un poco atrás de él.

-¡Te atrapé!- Río el alfa mientras se tiraba encima de su pequeño, soltando un gritito de susto, pero no era más que eso, solo un susto, porque el mayor se aseguró de no apretarlo, no quería aplastarle una vértebra o algo así.

-¡No, no es justo!- Lloriqueo el más bajo mientras intentaba zafarse con todas sus fuerzas, pero totalmente en vano, su alfa era alto y fuerte, no tenía oportunidad alguna. -¡Suéltame, alfa tonto! ¡Suéltame o te demando!- Exclamaba sin parar, hasta que se cansó y se dejó caer sobre su mayor.

-Muy bien, así me gusta más.- Murmuró con calma mientras tomaba al rendido Tete entre sus brazos para cargarlo como a un bebé, su bebé. Lo llevó adentro y cerró la puerta pateándola al tener al pequeño en brazos. Luego de eso, lo llevó hasta su cuarto nuevamente y lo dejó sobre la cama. Parece un maldito ángel  Pensó viéndolo recostado entre esas sábanas tan bonitas que tanto les gustaban a los dos.

-¿Sabes lo que toca ahora, verdad?- Preguntó suavizando su voz, mientras tomaba sus pequeñas manitos para darle masajes sutiles con sus pulgares.

-No. Déjame en paz.- Gruñó, pero fue totalmente ignorado.

-¡Muy bien! Te toca tu Alendronato semanal, precioso.- Le sonrió mientras el otro solo podía hacer gestos de enojo. -Y cómo es de costumbre, te voy a hacer un rico batido de helado si la tomas, ¿Recuerdas?- y en ese momento, los ojos del más bajito se iluminaron por completo, había olvidado totalmente que su noviecito (o más bien, niñero a tiempo completo) le hacía un licuado de su helado favorito luego de tomar una de sus pastillas o de que le pongan una intravenosa.

El alfa se dirigió hasta la mesita de luz y rebuscó entre los cajones hasta encontrar una cajita de pastillas de alendronato sin abrir. Era la primera del mes. La abrió y presionó una de las cápsulas para poner la pastilla sobre su mano, y luego la dejó sobre la palma levemente extendida de su Omega, posterior a eso fue hasta la cocina del menor y fue a servirle un vaso de agua mineral, para luego prepararle un smoothie de helado de cereza y vainilla, y dejarlo en un lindo vaso de cristal adornado con fresitas al estilo de Nana, luego de eso tomó ambos vasos y fue sin apuros hacia el cuarto donde se encontraba el más bajito, sentándose junto a él mientras le extendía el recipiente con agua.

El Omega lo vió mal al no darle el helado primero, pero no tuvo de otra más que aceptar a regañadientes tomarse la pastilla y pasarla como pudo. Era demasiado grande según él, desde pequeño se le dificultaba tomar pastillas. Siempre las trituraba con dos cucharas o las partía, pero Ggukie quería que aprendiera a tomarlas enteras.

Y una vez las pastillas pasó su garganta, con la mayor cara de desaprobación en este mundo, miró a Koo y extendió su mano para que le diera el batido de helado.

-Eres un chico muy bueno, Taetae. Aquí tienes tu premio.- le extendió el vaso mientras se acercaba a él para dejar suaves besitos en su cuello, siendo casi totalmente ignorado por el otro, siendo en realidad que estaba con una pequeña sonrisa socarrona de victoria.

El pequeño tomó su batido de a poco, manchando sus labios y alrededor de estos, cosa que fue notada rápidamente por el mayor, quién no tardó en pasar su pulgar por su boquita y chupárselo, sonriendo en cuanto vio la cara de vergüenza que tenía su bebé.

-Eres todo para mí, mi chico de cristal...








ME EXTRAÑARON? MUEJEJEJ
Agradezcan a Alix, si no fuera por él no actualizo más jsksjsk

Chico De Cristal-KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora