Tras cocerse tanto bajo el sol de la tarde como para fundir chocolate, se encontraba un señor de buen vestir similar a un plato de un buen chef gourmet, junto con su maletín antiguo como buen vino el cual contenía apuntes en latín del color del mismo caramelo vivo, un diccionario y un bloc de notas lleno de nombres escritos con salsa de frutos del bosque y aparentemente sin fin.
Poco tiempo después de haber conseguido el punto de cocción, el hombre similar al plato de un buen chef gourmet se subió en el tren de forma ovalada. El vagón estaba lleno de gente que bullía como la pasta mientras se cuece, pero aún quedaban asientos vacíos. Justamente se encontraba una al lado de un panal de azúcar cristalizado, sus preferidos.
Miró melancólico la receta desde la ventana esperando que el tren ovalado comenzará a seguir los pasos de la receta. Tiempo después volvió la vista al vagón y recordó que todos esos macarrones pasados, no podrían encontrar una salsa para ser ingeridos.