cinco ▪︎ ira

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EGAN

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EGAN


EDWARD SABÍA LO QUE IMPLICARÍA SU IRRESPONSABILIDAD, FUE POR ESO QUE PIDIÓ HABLAR CON TODOS NOSOTROS UNA VEZ QUE LLEGARA A CASA. Con Silas nos mantuvimos en su oficina esperando, él no había vuelto a la escuela y había pedido si otro profesor podía reemplazarlo por unas semanas. La decisión estaba casi tomada, la chica no podía hablar y haríamos todo lo posible para que así sucediera.

Pude escuchar a Esme del otro lado de la puerta, y tocó. Silas le indicó qué podía pasar, y Esme entró tratando de lucir lo más serena posible.

—Llegaron, nos esperan abajo —nos informó, y su voz la traicionó al salir llena de angustia. Traté de darle una sonrisa tranquilizadora desde mi asiento mientras Silas asentía completamente serio.

Fue el primero en salir de la oficina, y antes de poder seguir sus pasos. Esme me tomó de la mano, deteniéndome. Observé sus ojos llenos de dolor y angustia.

—No quiero que se vuelva a ir, Egan —me dijo con la voz rota. —Es mi hijo, no lo puedo perder. Sé que cometió un error, pero no soportaría tenerlo lejos una vez más.

Acaricie su mano, queriendo alivianar su dolor y darle consuelo.

—Haré lo que pueda, Esme —susurré suavizando mi mirada. —Te lo prometo, él no se va a ir.

Ella sonrió cálidamente.

—Gracias —Esme acarició mi brazo. —Eres un ángel, Egan.

Negué con la cabeza, no supe qué decir en ese momento. Sus palabras me tomaron desprevenida.

—No realmente —murmuró con una media sonrisa. —Y no tiene que agradecer, lo resolveremos.

—Créelo cuando te digo —habló Esme con seguridad —, que eres la mujer más increíble que he conocido en mi larga vida, que nunca nadie te diga lo contrario.

Si mi corazón funcionara, se hubiera derretido por las dulces palabras de Esme. Y sin que ella lo esperara, la atraje en un corto pero significativo abrazo, y ella acarició mi espalda.

—Tú eres el ángel aquí, Esme —sonreí separándome. —Gracias.

Esme solo envolvió mi mano con la suya una vez más y bajamos. Justo a tiempo. Todos fueron directamente al comedor. Estaba amueblado con una mesa larga, ovalada y de color caoba, rodeada de sillas. A Carlisle le gustaba ocupar el lugar como una sala de conferencias.

Carlisle estaba sentado en su puesto usual a la cabeza del lado este de la habitación. Esme se sentó junto a él, con sus manos tomadas por encima de la mesa, enviándome una mirada preocupada.

Edward tomó lugar al otro lado de Carlisle, evitando mirarnos.

Rosalie se sentó frente a Carlisle en el otro lado de la mesa y Emmett se sentó a su lado. Jasper vaciló, y luego se fue a parar contra la pared detrás de Rosalie. Yo me dirigí hacia mi esposo, que estaba cerca de Jasper, y al colocarme a su lado, besó mi frente y entrelazó nuestras manos.

DESTROYER, crepúsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora