Fitaratra XII

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Taemin no quería ir a trabajar. Quería ir con Minho al aeropuerto. — Tres días, —gimió.

Minho le dio un beso. —Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.

—Te voy a extrañar mucho. —Taemin se aferró a él antes de que saliera por la puerta—. ¿Me llamarás cuando llegues a Londres? — preguntó.

—Estamos en diferentes zonas horarias. Te dejaré un mensaje de voz, ¿de acuerdo?

—Está bien. Ten cuidado.

—Tú también.

Taemin caminó hacia el coche y corrió de vuelta para otro abrazo. Minho se rió, le dio un beso en la parte superior de la cabeza y le hizo un gesto de despedida.

Taemin mantuvo su mirada sobre Minho en el espejo retrovisor hasta que salió del camino. Todo había cambiado desde que había conocido a Minho. Y anoche el mundo se había vuelto sobre su eje. Se pertenecían el uno al otro, y no podía esperar a que Minho volviera a casa para que pudieran hacer el amor. Lo único que quería era a Minho en su interior, y tocarlo. Había vivido una fantasía anoche, ¡Dios, tener a tal tipo tan caliente atado! Había sido fantástico. Ahora que había hecho eso, estaba seguro de poder pensar en otras cosas divertidas que hacer.

Imprimió las fotos que había tomado y las colocó en la cama para admirarlas unos minutos. Perezosamente se acarició la polla mientras las miraba. Se corrió fuerte y rápido antes de tomar una ducha. Colocó las fotos debajo de la almohada, pensando que podría utilizarlas para seguir adelante hasta que Minho volviera a casa.

Se dirigió hacia el estacionamiento del almacén, y miró el reloj. Ocho y media. Estaría contando las horas.

Vio a su padre brevemente ese día. Jae Myung parecía tener prisa y no tenía mucho que decir. Por suerte, Joe se había tomado el día libre, así que era una carga de trabajo bastante fácil. La noche trajo la soledad, y la soledad le hizo preocuparse por todo tipo de cosas. Ni siquiera se sentía con ganas de trabajar en el jardín. Se acostó en la cama que había compartido con Minho, el olor del hombre todavía se aferraba a las sábanas y se quedó mirando esas fotografías.

«No quiero perderlo, no quiero perderlo...»

El sueño le eludió. Siguió esperando a que Minho llamara. Temprano en la mañana siguiente se despertó con un mensaje de voz que Minho había dejado en medio de la noche diciendo: —Llegamos a salvo, hecho polvo. Te quiero. —Eso le hizo sonreír.

Almorzó con Hoseok ese día y trató de cambiar el tema cada vez que Hoseok traía este trato con la cosa de los medios de comunicación. No estaba muy seguro de en lo que se había metido Dongjun con este asunto. Tenía la esperanza de encontrar alguna documentación entre las cosas de su hermano. Hasta el momento, no hubo suerte. Le hizo preguntarse. ¿Era real? ¿Era una estafa? ¿No habría algo en su disco duro acerca de todo esto? Eso le hizo querer no empezar a hablar de algo que no tenía ni idea.

—No vamos a hablar de negocios, —dijo a Hoseok.

—Bien. ¿Cómo está Minho?

—Se ha ido.

—Oh, ¿dónde esta vez?

—Londres.

—Le echas de menos. —Hoseok sonrió.

—Sí. —Se inclinó hacia adelante—. No soy el mismo tipo que era, Hoseok. Me doy cuenta de que tengo todo lo que necesito ahora. No más mierda alrededor.

—Wow, has crecido en cerebro. Estaba seguro que lo perderías.

—Gracias. —Taemin se echó a reír y le dio un puñetazo en el brazo.

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