Capítulo 𝓉𝓇𝑒𝓈

397 36 49
                                    

-ˋˏ ༻❁༺ ˎˊ-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-ˋˏ ༻❁༺ ˎˊ-

Melek

Mi familia no se cansa de repetirme cada día que estoy loca y todo por subirme a un vehículo de dos ruedas. Mas solo puedo reírme ante sus palabras y confirmar que en realidad lo estoy, pero en un buen sentido. Soy un alma libre y me encanta que el viento que golpea mi rostro mientras conduzco me lo recuerde siempre; por eso cuando he tenido que decidir entre comprar una motocicleta o un vehículo de cuatro ruedas, me he decidido por lo segundo y sin arrepentimientos de por medio. Porque no debemos arrepentirnos nunca de las cosas que nos hacen bien y feliz.

Mi nombre es Melek que significa ángel en turco. Soy la hija de en medio de Eda y Hazar Demir. Tengo dos hermanas, Meryem y Seher. Meyrem es la mayor, está casada hace cuatro años y vive en Ankara junto a su esposo Azahar, a quien conoció durante una realización de servicios sociales en Jordania. Meryem es el orgullo de nuestra familia y sin duda mi ejemplo a seguir. Es la primera que ha logrado terminar sus estudios y ha logrado graduarse en medicina como tanto había querido.

Por otro lado, está Seher, es la pequeña de las tres, tiene dieciocho años recién cumplidos y es un total dolor de cabeza, pero más que serlo para mis padres, lo es para mí. Es caprichosa y envidiosa. Me odia porque según ella, soy la consentida de mis padres ahora que Meryem no está. Mamá dice que debo comprenderla y tenerle mucha paciencia porque está en una edad difícil, pero a veces solo no puedo soportar escucharla. Hace que me vuelva loca y que no pueda entenderla.

Estoy cantando frente al espejo, mientras me pongo un poco de maquillaje antes de bajar a tomar el desayuno. La puerta de mi habitación se abre bruscamente y me sobresalto en mi lugar por la sorpresa que me ha generado, volteo mi vista hacia la entrada de mi habitación y ahí está mi amada hermana, mirándome con sus grandes ojos verdes y su cara de pocos amigos. Si no fuera porque es mi hermana, juraría que de verdad me odia.

—Mamá dice que te apures, que llegaremos tarde y hay muchas cosas que hacer.

—No me tardo —hablo y volteo a mirarme nuevamente en el espejo, mientras sigo tarareando la canción.

Destapo el rímel y peino mis pestañas hacia arriba con cuidado de no mancharme el párpado. Por un segundo quitó los ojos de las pestañas, para observar a través del espejo que Seher sigue ahí. Observando con cara de asco y los brazos cruzados debajo de su pecho.

—¿Por qué te tardas tanto en arreglarte? —La escucho decir, pero no digo nada, porque siempre es lo mismo con ella—. Los hombres ni siquiera van a voltear a mirarte. Por más que te pongas kilos de maquillaje, seguirás siendo fea.

—No tendré tus rizos color miel, ni tus ojos verdes, hermanita. Pero decir que no soy bonita, es como decirte a ti misma que no lo eres. —Arqueo una de mis cejas a través del espejo y luego me volteo para contemplarla con mis brazos cruzados.

Del otro lado del puente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora