Capítulo 5- Sangre pura y maldita

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Inerte, sin poder realizar un movimiento, me encontraba en aquella habitación; una lágrima recorría mi mejilla y en silencio observaba, cómo el "angel" de la muerte, se llevaba a la persona que amaba.

Respirando profundamente, abrí mis ojos. ¿Dónde me encontraba?

Sintiendo una leve presión en mi brazo derecho, recordé.  La sangre drenaba a través de un tubo transparente, goteando gota por gota, robándome el aliento, las ganas de vivir.

Sin embargo, me daba la esperanza, de mantener a otra persona con vida... De mantenerme a mi misma con vida porque llega un cierto momento, en que, todo deja de tener sentido y nada parece cierto, nada parecer "suficiente dolor" para hacerte reaccionar. Y ahora, dando un pedazito de "mi vida", me doy cuenta de cuanto vale la vida, de cuanto vale dar algo de mi, para que la muerte se aleje y no realice su cometido.

Y sí... Es extraño pensar en ¿Cómo huele la muerte? Pero, sin tan sólo pudiera describirlo, sin tan sólo pudieran olerlo... La prueba más verídica era aquella persona tendida sobre la cama, luchando por su vida y que intentaba salvar con un líquido rojo, que puede o no servir de mucha utilidad.

Mientras la aguja era retirada y un pequeño punto rojo aparecía sobre mi piel blanca y pálida, pensaba en la historia que había detrás de esta sustancia que podía dar vida o no.
Algo oscuro me precedía y durante todo este tiempo, había permanecido en mi sangre, que podía llegar a pensar que, estaba maldita. Sí, maldita del que me había dado mi vida, aunque hubiera sido con amor o con odio, siendo el último el caso.

Siempre que algo "bueno" se relaciona con algo "malo", el propio equilibrio de la naturaleza, se altera, haciendo que las consecuencias sean devastadoras, a lo largo de la vida misma.

Una mezcla de sangre pura y maldita... ¿Qué se puede obtener? Bueno... A mí, que me encuentro como "medium" entre lo bueno y malo, haciéndome un blanco casi perfecto, para el dolor, el odio y todas las consecuencias que trae un amor no correspondido y un niño no querido.

- Quizás, hubiera sido mejor no nacer... Susurré, antes de caminar hacia la salida, hacia la realidad que debía enfrentar hoy y todos los días de mi vida.

Mi vida es un desastre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora