II. ... no hay...

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<<Sólo querés la anécdota de decir que alguna vez curtiste con un punk real en Londres...>>

—¡¡Ah!!

—¡Ah! ¡¡Ahh!! ¡¡Mnnf!

<<You want to say you shagged an argie. It's Barney Rubble, lad, don't go there.>>

—Agh, puta madre...

Nhg, fuck...

<<Es puro fetiche...>>

—¡Par—á! Ah... ¡Ay!

—Ah... what? I... oh for fucking sake...

<<It's just a fantasy...>>

—Ahhh así, dale dale dale... mnhh

Yeah... Ahh! You like... that?

¡Sí! ¡Más... más fuerte!

<<Nada más.>>

—I'm gonna... gonna... ¡Aghh!

—¡Mnhh! ¡Dale, puto de mierda!

—Shut... up nghh faggot!!

—¡¡Dios!!

—Oh fucking God!!

<<Nothing more.>>

—¡¡Ahhhh!!

—¡¡Ahhhh ahhhh!!

<<Nothing>>

Ambos cuerpos se detuvieron casi al mismo tiempo, separándose desplomados contra el sillón. Tomaron aire aspirando bocanadas, como si se hubieran ahogado. Cada uno, desde su lugar, quedó con la cabeza gacha y se sostuvo a una superficie, recuperando aire, voz y hasta la visión.

La ropa estaba diseminada por toda la pequeña sala, cerca y lejos de Martín, quien con el pantalón a medio camino se arrastró hasta el suelo, sentándose en la alfombra con la espalda en el sillón. Mantuvo la cabeza gacha entre los brazos que colgaron de sus rodillas, hasta que sus respiraciones fueron normales.

—Uf... ¿estás... — chistó y se corrigió enseguida, volviendo al inglés — ¿Estás bien?

—Sí... sí... — el hilo de voz de Arthur apenas podía distinguirse entre sus respiraciones. Seguía de ojos cerrados y con la cabeza baja, el mentón pegado al blanco pecho.

Había quedado sobre el sillón de rodillas, sosteniéndose del respaldo. Elevó el rostro, con el cabello verde pegado por la transpiración y miró al vacío unos segundos. Tuvo un acceso de frío, y con eso recordó que estaba desnudo excepto por los borcegos que, de alguna manera, se habían quedado en su lugar.

Se sintió ridículo de pronto, y eso lo puso de mal humor.

—¿Qué... ? — cuando el rubio lo volteó a ver, sólo escucho el portazo del baño, y suspiró.

"Y sí... ¿qué esperabas, pelotudo?"

Cuando la playlist de punk rock terminó de sonar en la tablet de su escritorio, fue una especie de silenciosa señal para activarse. Se puso de pie con cuidado y se sentó en el sillón, tratando de acomodarse el pantalón. Como era lo único con lo que había quedado vestido, tomó rápido su propia ropa y juntó la ajena. Recogió los restos de botellas de cervezas y los preservativos usados, tirando todo en un viaje veloz a la cocina. Se dirigió, por último, hasta la puerta del baño, sin saber qué hacer. Levantó la mano para golpear, pero algo lo detuvo.

Suspiró de nuevo.

>>—Me voy a duchar al otro cuarto. — informó luego de un minuto de silencio.

De gustibus non est disputandumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora