Me prometiste cosas de las que luego no cumpliste ninguna, el fallo fue volver a confiar en ti, volver a fiarme de un gilipollas que lo único que quería era volver a encontrar a una pringada para poder jugar con ella, como con todas las anteriores. Llegaste sin esperarlo y te fuiste cuando más te necesitaba, arrastrando contigo los pocos sentimientos que me quedaban, dejando un agujero negro como corazón y una cueva vacía en el lugar en el que deberían estar mis emociones. Y es que una vez más me volví a tragar todas tus putas mentiras, una vez más confié en que podías haber cambiado, una vez más confié en tu palabra y una vez más, me fallaste.
No tengo muy clara la forma de explicar el sentimiento que me llena por dentro ahora mismo, más que nada por que se, que por más daño que me hayas hecho, no puedo cambiar lo que siento por ti, aún teniendo claro que me va a costar mucho volver a ser la de antes de que me destrozases, y teniendo varias incógnitas que resolver de la ecuación que la gente llama desamor. El problema no es que me hayas mentido, el problema está en que esta vez, me acabaste por clavar un puñal que dejó una herida imposible de curar. Eras el único capaz de matarme en vida, tenías el arma para acabar con todo aquello que estaba construyendo dentro de mí para poder volver a ser yo misma, y llegaste para arrasar con todo, y de esta manera, irte dejando tu huella, una huella imposible de quitar.
Siempre que no encontraba la solución a algún problema, era mirarte y como si fuese algo espontáneo, la respuesta aparecía, sin necesidad de contarte el problema, sin necesidad de que dijeses ni una sola palabra, pero lo acabaste por joderlo todo, y al final, yo acabé hundida.