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𔘓
minho se lanzó agotado hacia su sofá, observando su (antes) aburrido departamento lleno de luces de colores, girnaldas y lazos, con un árbolito en la esquina del salón y un nacimiento arreglado en una mesa cerca de la ventana. él nunca imaginó que su casa, en algún momento, estaría así de bonita.
— estoy muerto — murmuró, soltando un quejido cuando jisung se lanzó sobre él, resbalándose hasta quedar recostado sobre sus piernas — ¿te quedarás a cenar?
— sólo si tú quieres — dijo, sonriendo mientras minho acariciaba su cabello.
— ordenaré pizza, entonces — dijo, sacando su teléfono y dejando de darle mimos al cabello de su amigo.
minho pudo darse cuenta del suspiró pesado que abandonó los labios de su amigo, y luego como se sentaba en el sofá y se acurrucaba junto a él. el chico estaba triste, era obvio. no importa cuanto había tratado de hacer que olvidara el incidente de la mañana, jisung no iba a superarlo tan fácil.
— jisung-ah, ¿estás bien? — preguntó con voz suave, recibiendo un pequeño asentimiento de su dulce amigo. y aunque sabía que no era del todo verdad, decidió dejarlo pasar y comenzar a lanzar chistes estúpidos para hacer que jisung sonría.
más tarde, luego de la cena y de que jisung se ofreciera a limpiar los platos junto a él, ambos estaban en la puerta del departamento, en donde el menor de ambos estaba despidiéndose para ir a descansar en su casa.
— sabes que puedes quedarte aquí, no habrá ningún problema — ofreció minho, acariciando la mejilla de su amigo.
— estaré bien, lee minho — reprochó, lanzando un pequeño golpe en el abdomen del mayor.
minho asintió, sin convencerse sobre el estado de su amigo, pero aún así le regaló una pequeña sonrisa. jisung le sonrió igual, separándose de su amigo cuando notó que en la mesa del comedor estaba el muérdago que habían comprado.
— olvidamos colgar el muérdago — avisó, caminando hacia tomarlo y regresar hasta donde estaba minho. jisung lo colgó en el umbral bajo el que ellos estaban de pie, antes de llegar a la puerta del departamento y sonrió mientras regresaba su mirada a minho, quien lo miraba sonriente también.
entonces, se dió cuenta de que ambos estaban demasiado cerca y sus mejillas se sonrojaron sin permiso, dándole una imagen muy dulce y tierna a su amigo. minho acarició su mejilla suavemente, y despacio, cómo pidiéndole permiso, se acercó hasta que sus labios se rozaban. jisung, por supuesto, se lo permitió; suspirando de forma suave mientras sentía derretirse bajo las caricias que minho dejaba en su rostro.
cuando se separaron, totalmente avergonzados, jisung huyó rápidamente, tartamudeando una despedida y minho pensó que no sólo era tierno, si no que ahora tendría otra cosa más importante por la que pensar esa noche.
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