Capítulo 8: You're totally... invited?

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Ya había pasado un tiempo desde que habían llegado a París y maravillosamente casi todo estaba saliendo muy bien. La pequeña manada estaba tomando clases de francés cuatro horas al día de lunes a sábado; ya sabían dónde hacer la compra de cada quincena y cómo leer tanto precios y productos; prácticamente ya estaban instalados en en su nueva casa, incluso Soobin podía entender una que otra oración cuando estaba en alguna gala o reunión del MAPIP. Para sorpresa de nadie, Kai fue el primero en adaptarse mejor, siendo su curiosidad por lo nuevo su mejor aliada —y la de sus padres— en su proceso de adaptación. Resultó muy divertido que fuera el cachorro quien a veces le terminaba explicando a sus padres algunas cosas en las que ellos tenían problemas para entender.

Y Soobin finalmente pudo tener un lugar totalmente para él y su trabajo. Anteriormente tenía que conformarse con una esquina de su antigua sala debido a la falta de espacio, pero en París tenían una casa con tres habitaciones: una para él y su omega, otra para su cachorro y la última decidieron que sería el espacio de trabajo del alfa. Poco a poco lo iba llenando con más materiales y equipo del que había podido tener en Ansan.

De a ratos podía escuchar a su omega y cachorro en algún lugar del departamento haciendo quién sabe qué mientras él trabajaba. Estaba feliz de ver que Yeonjun no se estuviera desviviendo en un trabajo que le pagaba menos de lo que él daba de sí mismo y que se quedara en casa con él y Kai, por no mencionar que la parte más primitiva de su alfa estaba aún más feliz de saber que era lo suficientemente capaz de poder proveer para toda su manada sin necesidad de hacer que su omega lo ayudara. Soobin sabía que era un pensamiento muy anticuado para una persona que vive en el siglo XXI, pero era esa pequeña parte que todos los lobos tienen que los hacían felices con sus familias a su propia manera.

Como sea, eran cosas de alfas.


•      •      •


Alguien tocó la puerta.

—¡Yo voy! —anunció Soobin, parándose del nido que habían construido en la sala y le indicó a su omega que se quedara jugando con Kai—. No tardo.

Cuando abrió la puerta encontró al señor Arthur Farrell; un alfa enorme, con espesa barba y traje de punto. Soobin ya lo estaba esperando para entregarle un pedido desde la semana pasada.

—Al parecer la vida de ese hombre es demasiado interesante como para venir antes —había dicho Soobin cuando se dio cuenta de que ya no tenía donde poner el cuadro en cuestión sin hacer que su estudio se viera abarrotado. Aunque ya lo estuviera.

—Buenas tardes, señor Choi —saludó Farrell tendiéndole la mano a Soobin.

—Buenas tardes, señor —le devolvió el saludo e inclinando un poco la cabeza—. Bueno verlo finalmente —Soobin se hizo a un lado para dejar pasar a su cliente, quien mostraba gran distinción para caminar.

Estaba más que agradecido con el cielo y cualquier deidad que existiera de que este hombre hablara coreano. No importaba que el señor fuera más agrio que un limón, al menos no se sentía tan impotente teniendo que necesitar la ayuda de alguien que le tradujera todo el tiempo.

—Lo mismo para usted. Habría venido antes, pero ya sabe cómo es estar lleno de trabajo —Farrell rio sin gracia.

—Oh, claro que sí. Es agotador, pero al menos hago lo que me gusta. Pase, por favor —Soobin lideró el camino por el pasillo hasta la sala, donde estaba su familia todavía en el nido y sin detenerse llevó a Farrell a su estudio. No se perdió el ligero asentimiento que Farrell le dio a su pareja a modo de saludo.

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2022 ⏰

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