CAPÍTULO III.

229 25 0
                                    

NO HUBO NADIE QUE ME AMARA TANTO.

—No tiene caso que siga viviendo conmigo —soltó de repente en la mesa de reuniones, Maia asintió.

—Estoy de acuerdo —dijo ella.

—¡Pero son pareja! —Blake no podía dejar que se perdieran el uno al otro después de todo lo que habían pasado—. Además el médico dijo que recordaría paulatinamente.

—El médico puede comerme los huevos —explotó al fin—, Volkov no sabe quién coño soy, ¿De qué sirve que lo mantenga junto a mí?

—Nunca te has cansado de esperarlo, ¿Por qué ahora sí?

—Estoy hasta el fondo —susurra y se sienta—, no sé qué hacer.

Nadie habló, habían acordado no contarle nada a Viktor para no presionarlo y que tuviera conflictos en el tratamiento, si recordaba a Horacio sería un triunfo, si no, pues otra vez el corazón roto.

Maia se levantó en silencio y se fue, Otis la esperaba en el auto, solo Dios sabía a dónde iban.

—Saldremos de esta —dijo Alanna sonriéndole.

—¿Y al final me va a recordar?

Ninguno podía asegurarlo, ni siquiera tenían esperanza pero Blake y ella asintieron.

—Lo hará —dijeron.

—Aún así me voy a mudar, puede quedarse él ahí, a lo mejor…

—Le ayuda a recordar —finaliza Blake.

Todos asienten lentamente. No saben de qué manera animar al jefe y el parece no querer oir nada.

—Iré a tomar algo al Hen House —informa mientras se levanta y hace el camino a la puerta.

—¿Estarás bien por tu cuenta?

—Sí, siempre lo he estado.

Para peor de males en el Hen House estaba Dex, su ex. Lo econoció por la ventana del bar, se pensó dos veces si entrar. No. Definitivamente no.

Además, Collins rondaba por sus alrededores últimamente, aún tenía su número…

Se armó de valor y llamó.

—Teniente Collins —Escucha del otro lado de la bocina.

—Agente Horacio —responde él con una leve sonrisa y volviendo a su auto.

Hubo un pequeño silencio en el cual Collins rectificó que justamente era Horacio quien llamaba a pesar de haber reconocido su voz, una sonrisa surgió también en él y dejó el papeleo para hablar.

—¡Cuánto tiempo! —exclama—, ¿Ha pasado algo?

Él sabe lo de Volkov, lo visitó por petición de Alanna. El hombre estaba jodido y el sheriff quizás un poco alegre.

—Han pasado bastantes cosas, pero no llamo para contarnos nustras vidas, ¿Quieres ir a tomar algo?

—¿Nos vemos donde siempre?

—10-4.

Perfecto. Esa noche no estaría en casa, tenía bastante que agradecer a Collins, fue ahora en dirección al norte para verse con el sheriff.

Collins era para él algo como un lugar seguro, la parte bonita de una historia que nadie cuenta, sí, eso era él, la persona que lo amó como nadie lo hizo.

Se preocupaba por él genuinamente y siempre está dispuesto a darle una mano, sin embargo el propio Collins sabe que no podría estar nunca con él, a lo mejor eran los monstruos internos de ambos o simplemente Horacio le daba a entender que no quería más de lo que ya recibía, pues este mismo todo el tiempo le pagaba con un 'echo de menos a Volkov'.

Incluso ahora recurría a sus calidos y cariñosos brazos porque el ruso lo abandonó otra vez.

Inevitablemente piensa en él, niega rápidamente, no, esta noche se la regala a Collins.

Memorias invisibles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora