Capítulo V: "FIFA 15"

3 0 0
                                    

No fui al colegio ese martes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No fui al colegio ese martes. Luego de estar ansioso me costaba un rato largo reanudar mis hábitos, solía quedar tirado en mi sillón o en la cama, siendo capaz solo de mirar vídeos simples o haciendo zapping en la tele hasta encontrar una película que llene el ambiente de ruido. Aunque se preocupaba, mi abuela ya estaba habituada a que me pasen estas cosas. Por lo que esa mañana que estuve en casa continuó con su rutina, dejó que la chica que trabaja en su tienda se encargue y se quedó para acompañarme, pero cosiendo a mano el ruedo del pantalón de algún viejo del pueblo, pues no sabe estar sin hacer nada. 

Abi era modista desde que era una adolescente, ahora solo lo ejercía a tiempo medio y con trabajos simples, su principal trabajo y orgullo era una pequeña mercería en el centro de la ciudad. Cuando era niño iba los sábados con ella y pasaba horas enredándome con las lanas e hilos de colores, me divertía bastante. 

Se sentó en el sillón conmigo mientras desayunábamos, ya que no me dejó dormir hasta muy tarde, temiendo que se me altere el sueño de la noche. Cada tanto levantaba la mirada de la tela y me dedicaba una pequeña sonrisa, con sus ojos asomados sobre los lentes que siempre parecían al borde de caerse de su nariz.

Ella no era mi mamá. Abi tuvo una única hija, mi mamá, y para cuando yo nací sus tiempos más difíciles como madre ya habían pasado. Mi abuela estaba atrapada en esta maternidad que no pudo elegir y yo me sentía fatal por eso. Sabía más que nadie que me amaba, obviamente, pero no me parecía justo nada de lo que ella había vivido. No solo que perdió una hija de veinticinco años sino que a la fuerza debió convertirse en la madre de su nieto de forma instantánea. No tuvo ni siquiera tiempo de llorar sola, porque no había nadie más que pueda cuidarme.

En realidad, estaba David también. Pero ellos prácticamente no se conocían y cuando se vieron en todo el papeleo del accidente y el posterior velorio, Abi vio un niño en el cuerpo de un joven de veintidós años completamente solo que había perdido a su hermano mayor, no un potencial padre. De nuevo, por suerte, porque no me imagino qué hubiese sido de ambos si me quedaba con un pobre universitario apenas empleado. 

Me gustaba pensar que la peor parte de la maternidad conmigo también había pasado. Me quedaba casi nada de secundaria y ya podría comenzar a ayudarla, aunque sea económicamente. Ella decía que no lo necesitaba, pero yo en realidad quería hacerlo para dejar de sentirme tan inútil en casa. Merecía descansar, merecía empezar a vivir para sí misma y no para otro. 

Había días en los que el futuro me aterraba y otros en los que no podía esperar para que llegase. Hoy, mientras veía a Abi coser y miraba todas las redes sociales existentes aunque ya no quedara nada más que ver, deseaba ya estar en el verano trabajando en lo de Weber, escuchando a ese viejo charlatán contarme como su nieta sería una muy buena novia para mí aunque me saque un par de años de edad. Un par de varios. 

Supe desde temprano que sería un día de mierda, sin más. Tendría que hacer lo posible para existir en paz hasta que llegara mañana, así de simple. Simple en teoría, un horror en la práctica. Cuando no puedes hacer nada, no hay forma de que el tiempo se te pase rápido. Miras la hora cada cinco minutos esperando que haya pasado una hora, y nada, el tiempo se arrastra mientras tú solo existes. Y es una existencia bastante desagradable. 

SoundtrackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora