Jeil.
Jeil salió de la academia y caminó las dos cuadras de siempre, hasta la esquina donde Víctor solía esperarlo. Al acercarse vio que quien conducía el carruaje no era Víctor, era Niccolo, uno de los empleados del palacio. Él solía cuidar de los caballos y los pegasos. Jeil se acercó a él y lo saludo. Subió al carruaje y emprendieron viaje hacia el palacio. En el camino a casa Niccolo le explicó el por qué Víctor no había ido a buscarlo: "Una misión de emergencia" eso fue todo lo que dijo. Definitivamente era un hombre de pocas palabras. Jeil no preguntó más acerca del tema, sabía que Niccolo no hablaría demasiado.
En las calles se escuchaban las ruedas de los carruajes, que pasaban a toda velocidad por el empedrado de las calles, era un sonido seco, ensordecedor algunas veces. Jeil corrió la cortina de la ventanilla y miró a través de ella. Analizó un poco las calles. Solía haber mucho ruido en las calles de la capital, era normal, pero esta vez, era un poco diferente. No había mucha gente caminando, sino carruajes que iban y venían con cierta inquietud. Y guardias reales que custodiaban las calles, con frecuencia no eran muchos, pero esta vez eran demasiados. miraban desde lejos, pero el gesto en sus caras era penetrante, estaban alerta. Por la columna de Jeil corrió un escalofrío que fue especialmente incómodo. Tuvo un mal presentimiento.
Al llegar al palacio su padre no estaba allí para recibirlo.
Sus hermanos habían llegado antes que él. Cuando entró al palacio escuchó gritos. Era una canción.
—Brócoli, brócoli, brócoli—Zahara y Daren cantaban al unísono. Era una canción no ensayada, pero lo hacían bastante sincronizados para ser la primera vez.
Jeil rió al verlos cantar. De verdad aman el brócoli, pensó.
En el almuerzo Ethan no estuvo presente. Y Víctor no apareció por ninguna parte.
—¿Papá dónde está? —le preguntó Jeil a Helen. En el almuerzo.
—Ha habido un inconveniente esta mañana, Jeil—le explicó Helen. Jeil abrió los ojos como platos, pensó en lo peor. Primero la inquietud en las calles y luego su padre estaba desaparecido, todo cuadraba, algo malo estaba pasando. Abrió la boca para hablar, pero Helen no dejó que lo hiciera—: Papá está bien. Solo es una misión muy importante. Luego te hablaré sobre ello—Helen miró a Zahara y a Daren, en señal de que no podía hablar en frente de ellos.
Jeil se alivió al saber que su padre estaba bien, pero al mismo tiempo estaba asustado, algo malo estaba pasando y él no sabía que. No podía entenderlo y eso le molestaba. Se pasó todo el almuerzo pensando en ello, pensando en que podría ser lo que hizo que su padre no estuviera allí con ellos.
Apenas tocó el plato de comida.
Después del almuerzo, Helen llamó a Jeil al salón de visitas.
—Aquí estoy Helen. ¿Qué querías?
—Quería hablar sobre papá—declaró.
Jeil se sentó junto a ella, en el sillón grande, frente a la chimenea.
—Si quieres, toma alguna de estas galletas, o sírvete un poco de té, nos tomará un buen tiempo para hablar—le comentó Helen.
Jeil miró la diminuta mesa frente a ellos y se sirvió una taza de té.
—Esta mañana alguien irrumpió en el laboratorio de la casa Franch. Se llevaron a una de las bestias capturadas en el último tiempo—explicó Helen sin rodeos. Jeil ya tenía la edad suficiente para entender algunas cosas. Esta era una de ellas.
—¿Una bestia? ¿Ellos son quienes pueden transformarse de humano a animal? — Preguntó Jeil, llevándose la taza de te a la boca.
—Así es. Capturaron a uno hace poco, y alguien se los robó. Dijeron que el ladrón llevaba una capa negra. Los siguieron, pero no pudieron capturarlos. Los perdieron de vista cuando entraron al bosque Yugen.
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El príncipe que nunca será rey
FantasíaJeil vuelve después de 3 años a la academia. Tenía ganas de asistir, pero también se sentía bastante abrumado; solo de pensar en que tendría que moverse entre tanta gente desconocida se le revolvía el estómago, después de todo, se había pasado los ú...