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Deliberadamente he decidido no regresar nunca jamás a mi aldea

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Deliberadamente he decidido no regresar nunca jamás a mi aldea. He descubierto entre los lobos lo que es pertenecer a un pueblo, formar parte de él y sentirse uno más. Nunca me sentí así.

Huérfano a temprana edad, me aislaron en la colinas de Siku, la zona más inhóspita de la región de los Hielos y me condenaron a vivir en la más cruel de las soledades.
Una vez al mes debía bajar a la aldea de mi manada a recibir la preparación para ser druida.

«Mi manada» dije... Nunca fue mía.
Manada Park... los mismos que me hicieron crecer pensando que estar solo, estaba bien. Lo único que siempre han querido es que yo cumpla con un jodido mandato sin haberme dado nada a cambio.

Esas tres o cuatro lunas en las que me dejaban habitar el pueblo, siempre aparecía, como por arte de magia, algún «candidato» dispuesto a aparearse conmigo para luego desaparecer.
Ahora me doy cuenta que eso estuvo siempre premeditado por los líderes. Tal vez pensaron que manteniéndome saciado durante mi celo, no necesitaría del afecto fraterno.

Y así crecí, sin saber lo que era el cariño, ni un abrazo contenedor, ni una mísera mirada de aprobación.

Que Namjoon me arrastrara de esa estepa helada y me obligara a venir a su aldea para conocer a Jungkook ha sido, sin dudas, lo mejor que me pasó en la vida.
Me enamoré. Mi corazón da saltos en mi pecho cuando lo escucho llegar. El lazo que creamos después de que me marcara se hace cada vez más intenso. Mi hombro sangra cada vez que él refuerza la marca pero juro por todas las estrellas que es el dolor más placentero del mundo.

La Noche Púrpura ya ha sucedido y con ella, la anunciación y eso me tiene muy nervioso. Solo espero no haber sido el designado. Ojalá hayan nombrado a alguno de los otros aprendices.
La verdad es que tengo mucho miedo. No quisiera que mi terror opacara mis momentos de felicidad pero ahora mismo tengo mi pecho cerrado por la angustia.


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—¡Jimin!  ¿dónde estás? Puedo sentir tu dolor, amor, ¿dónde estás?

—Aquí estoy Kook, curando la marca de anoche. Me duele un poco.

—Oh mi bebé, me asusté mucho. Pude sentir que estabas triste.

—Estoy asustado, Jungkook. Estoy aterrado. La anunciación ya se debe haber hecho y no saber lo que ocurrió me tiene muy mal.

—Tranquilo, amor. Estás conmigo. Ven acá, déjame ponerte ungüento en la herida.

—No quiero ungüentos. Solo besa la herida, pasa tu lengua. Tu saliva me calma. Además, esta noche quiero otro de esos mordiscos profundos.

—Jimin, no. Basta. No voy a lastimarte nuevamente. Nuestro lazo ya está creado. No necesitas que siga lacerando tu carne.

—Pero.... No quiero que se cierre. No quiero que me dejes, si me dejas me muero, no quiero que....

—Amor, no llores, ¿qué pasa?? Nunca voy a dejarte. Esto es para siempre.

Un sonido ensordecedor llegó desde una de las murallas del norte y los dos salieron a ver de qué se trataba.

Todos corrían en cuatro patas porque algo había estallado y se había prendido fuego el corral de las ovejas.
Jungkook cambió de forma y el hermoso alaskan corrió veloz al lado de su manada.

Cambiaron de forma y entre todos ayudaron a apagar el fuego poniendo a salvo las ovejitas.

Regresó rápidamente a su casa para contarle a Jimin que solo fue un susto, pero al llegar no lo encontró allí.

—Jimin, amor, ¿dónde estás?

Lo buscó incansablemente por toda la casa y por fuera de ella. Sintió que su alma abandonaba el cuerpo cuando vió que el cerco había sido violentado y jirones de la ropa que Jimin llevaba puesta esta mañana, habían quedado enganchados en partes de las maderas rotas.

—¡¡Noooo, noo, no, Jimin, Jimin!!

A través del lazo, él experimentó el terror que Jimin sentía.

Namjoon y tres de sus mejores lobos llegaron ante los alaridos de Jungkook.

—Cálmate Jungkook, ¿qué ocurre?

—Se lo llevaron, se lo llevaron —repetía sin parar— Prometí que lo cuidaría, que no lo dejaría solo, y me fui como un idiota ante el primer ruido. Nos tendieron una trampa...

Kook cambió de forma y comenzó a correr persiguiendo las huellas.
Trueno, convertido en lobo, más rápido y más fuerte que él se interpuso en su camino haciéndolo detener.
El alaskan no paraba de aullar y girar en círculos.

—Sialuk, detente un minuto. Por favor. Haremos esto bien. Iremos a rescatarlo. Eso es un hecho. Pero lo haremos bien. Prepararé a mis mejores lobos. Volvamos a la aldea, ven conmigo. Prepárate tú también.

—No, no, debo ir ya...

—Jeon Jungkook, es una orden —gritó Trueno con su voz de mando. El alfa líder no le daba opciones.

El perro accedió a desgano y corrió al lado de su líder de regreso a la aldea a convocar a los lobos guerreros.
En ese momento llegaron dos de los lobos vigías. Jungkook es el alfa de esos lobos, pero no estaba en condiciones de nada. Solo se detuvo para escuchar lo que tenían para decir.

—Trueno, Sialuk, tres de nuestros vigías están persiguiendo de cerca a los siberianos que se llevaron a Jimin

Jungkook salió del mal trance en ese instante al oír el nombre de su amor.

—Uno de ellos se comunicó a través del lazo con su omega. Ella pudo ver todo. Nuestros vigías están muy cerquita de los secuestradores. Han obligado a Jimin a cambiar de forma y lo llevan encadenado detrás del trineo.

—Voy a matarlos. Voy a sacarles el corazón....

—Saldremos ahora —gruñó Trueno—   Tranquilo Jungkook, nadie se mete con un miembro de la aldea TangBan. Los mataré yo mismo...




 Los mataré yo mismo

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Niño RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora