Quinta sesión

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La tumbó boca abajo en la cama y se subió sobre ella posando su dura erección entre los glúteos descubiertos de Mikasa. Con sus manos, masajeo su espalda con sus pechos aplastados contra la cama, acercó sus labios al oído de la pelinegra y arrastró sus palabras.

— Me tienes tan caliente...

Mikasa sólo respiraba agitadamente, ardiente de deseo y expectación al sentirlo entre medio de su trasero, entendiendo que él la deseaba igual o más que ella a él. Eren se deshizo de su ropa superior, dejando su torso descubierto. Se recosto al costado de Mikasa, quien seguía tendida boca abajo y subió su vestido sacándoselo por la cabeza, quedando solo con la ropa interior.

Acercó su nariz hasta topar la de ella, respiraron su aliento hasta que por fin besó sus labios, primero con cariño, luego su lengua buscó la de ella y rápidamente, se transformó en un beso fogoso. Comenzó a masajear su trasero, de vez en cuando rozando su centro y tirando su ropa interior.

Mikasa de vez en cuando gemía en su boca mientras él jugaba con ambos glúteos. Luego, con un dedo, comenzó a bajar la tanga, mientras ella levantaba levemente su trasero para que se deslizara fácilmente. Eren la miraba directo a los ojos deleitándose con cada destello de lujuria que se formaba en aquellos ojos grises.

Cuando finalmente, se encontró sin su tanga, Eren introdujo su mano en el entrepierna de Mikasa causándole un gemido ahogado de placer. Partió jugando con sus labios, deslizando un dedo suavemente desde su centro hasta el trasero de ella, mientras pasaba su lengua por la boca de Mikasa quien gemía con dificultad ante el placer que Eren le provocaba.

Él atrapaba su lengua y danzaba dentro de la boca de la pelinegra en un beso anhelante. Mikasa quedaba sin aire, entre el beso y las caricias de Eren en su entrepierna y trasero, perdía el control de su cuerpo, no le preocupaba cómo se veía, sabía que él estaba disfrutándola tal cual era ella y eso la llenaba de seguridad, se sentía deseada.

Cuando por fin Mikasa sintió que el deseo la desbordaba, se afirmó de la sabana y gimió con fuerza liberándose con la mano de Eren presionando su botón de placer. Él estaba grabando en su memoria cada lugar de su cara y sus expresiones, quería recordarla justo así, desnuda, con su cabello alborotado y algunas hebras pegadas a su frente por el sudor que implica el llegar al orgasmo. Respiraba con la boca entre abierta, sus paletas se asomaban de manera inocente y tímida dando invitación a su lengua rosada y jadeante. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos vidriosos, nublados de placer. Sus pechos aplastados contra la cama y su trasero levantado aún temblando ante el reciente orgasmo.

Retiró su mano mojada del entrepierna de Mikasa y beso su boca suavemente, pasó una mano por abajo de su cadera y la volteó gentilmente dejándola boca arriba. Se levantó frente a ella, se soltó cabello dejándolo caer sobre los hombros, se deshizo de sus pantalones.

Mikasa se apoyó sobre los codos y elevó su cabeza para mirarlo, no era que no lo hubiese visto antes. Lo había tenido en su boca así que estaba bastante consciente del tamaño, sólo era que por fin harían lo que siempre quisieron hacer, sin tanto preámbulo, sin interrupciones, sin culpa. Existió un juego previo que los nublo de placer y sólo los volvió más expectantes ante este momento.

Eren se quitó los calzoncillos y Mikasa abrió sus piernas casi por reflejo.

— Ven...

Susurro ella mientras él se posaba encima posando sus manos en los costados del blanquecino cuerpo de Mikasa. Rozó su duro miembro erecto con la entrepierna de Mikasa, quién se encendió de nuevo al instante tensando su cuerpo y aferrando las uñas a los hombros del castaño, jadeando cerca de su rostro.

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