Eren Jaeger no era un Playboy o un mujeriego. Simplemente en su lista de prioridades, conseguir pareja y establecerse, figuraba como última opción.
Es que, específicamente, tenía pánico a enamorarse, era algo declarado clínicamente por su mejor amigo Armin Arlert. Rehuía todo tipo de sentimiento, lazo o lo que sea que se acercara al sexo opuesto.
Claro que tuvo novias, romances de verano, amoríos de bar, y todo eso. Pero jamás, jamás, se involucró a tal punto de enamorarse. Entre puritanas, atrevidas, tóxicas, locas, pegotes, etc. Ninguna jamás, fue capaz de robarle el corazón. Bueno, eso hasta que por casualidad, conoció a Mikasa Ackerman.
Aquel día cuando ingresó a aquel café, le surgió cierta curiosidad, se preguntaba como una mujer tan hermosa podía tener problemas de ese tipo con su marido. Eran dos opciones, su marido era homosexual o sencillamente un idiota mayúsculo.
Después de conversar y quedar prendado de ella, confirmó que su esposo era un idiota mayúsculo sin lugar a duda. Ella era todo lo que él siempre imagino en una mujer y lo que más temía conocer.
Maldición, era honesta, risueña, graciosa, inteligente, y extremadamente hermosa. Si, era linda. Su melena negra se mecía con gracia ante su clase, su piel pálida hacía perfecto juego con sus ojos grises, donde podría perderse por horas.
Si la quería, debía emplear toda su galantería y tácticas de seducción. Pero la verdad, no podía, estaba casada. Se maldecía por dentro, por desear así a una mujer que estaba con otro y para colmo, ella luchaba por su matrimonio.
La quería, la quería con locura, pero no era libre. Luego como caído del cielo, ella también cayó en él y se hundieron en un profundo y ardiente romance que solo en mes y medio, dio como producto una relación.
Pero Eren no sabía a lo que estaba jugando, no conocía a su familia, ni su pasado, ni nada. La familia Ackerman, eran importantes en rango militar, siempre habían contribuido a la nación desde esa vía, tenían conexiones en el gobierno pero eran sumamente respetables debido a su alto grado de sentido por la justicia. Los Azumabito, eran parte del jet-set criollo, muchos de ellos estaban casados con estrellas de cine o políticos importantes, también eran el sostén económico de la nación gracias a sus múltiples negocios. Mikasa pertenecía a ambas familias, por ende todo lo que fuese un escándalo y que involucrase a algún miembro de la familia, era altamente vendible a la prensa amarilla. Bajo ese contexto, ella se fue a Francia para oficializar su divorcio y por eso, él llevaba sin comunicarse con ella durante 8 (interminables) meses.
Ella llevaba cinco meses divorciada pero aún no regresaba a Nueva York, se la había tragado la tierra.
Ya no creía que regresara, pensaba que quizás conoció a algún francés y se enamoró. Quizás él simplemente no era suficiente para ella. Quien sabe que pudo ocurrir.
Levi lo sabía, pero no se había contactado con él desde la carta. Y a pesar de que fue a su oficina insistentemente hace un tiempo, en vez de información, sólo ganó un golpe en el mentón que lo dejó knock out y fue declarado como visita no grata.
Ahora, sólo pasaba sus días y noches bebiendo. No estaba interesado en conocer a nadie, sólo pensaba en Mikasa, día y noche. Sobrio o borracho. No podía borrarla de su mente.
Mikasa sonriendo. Mikasa comiendo. Mikasa bebiendo vino. Mikasa duchándose. Mikasa tocándose. Mikasa sin ropa. Mikasa tendida en su cama con la boca entre abierta y sus mejillas sonrojadas.
Mikasa en todos lados, poses, outfits y haciendo todo. Había olvidado el timbre de su risa, sin embargo juraba escucharla en todos lados.
— ¡Eren! — Escuchó una voz masculina gritando con la puerta siendo golpeada efusivamente — ¡Eren!

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Sexologist
FanfictionEl Dr. Jaeger no es un sexólogo cualquiera. Con una consulta privada más concurrida que un Starbucks en hora pico, este experto en el arte del placer sexual femenino se ha ganado su reputación en la bulliciosa y siempre impredecible ciudad de Nueva...