La belleza que posees se manifiesta plenamente en tu mirada penetrante y tierna.
Por ello, es incomparable la dulzura que destila tu carnoso belfo carmesí.
He de confesar que tus mejores delicias, las ocultas en la profundidad exquisita, de tu desnudo ombligo.
Toda tu ubérrima sensualidad se halla en las partes más recónditas de tus húmedas piernas semiabiertas.