Relámpagos

12 0 0
                                    

Había pasado dos semanas extensas de trabajo. Mi jornada al día de hoy era demasiado tranquila, pues pareciera que todo el pueblo había salido de vacaciones por las fiestas, pues se acercaba navidad y todos lucían más felices y amables.

Sara se mantenía super intensa con el tema de Harry, el hijo de la señora Anne. Cada día que pasó a partir de nuestro repentino encuentro, y después de que le conté el como me detuvo para decirme que había sido un gusto conocerme, estuvo indignada porque no le pedí su número y es que Sara es así: intensa, extrovertida y siempre alegre. Éramos polos opuestos por supuesto, yo era tan tímida, tranquila y me costaba mucho ser alegre con personas que no eran cercanas a mi; bien decían por ahí que los polos opuestos se atraen. Un claro ejemplo es el novio de Sara, Mitch; él es tan pacifico, huraño y digamos que es de pocas palabras; sin embargo, Mitch era un tipo increíble, el y yo nos llevábamos de maravilla.

—Entonces...—dice Sara acercándose a mi— ¿Salimos hoy?

—Solo si me prometes que llegará Mitch.

Sara se ríe y en seguida pone los ojos en blanco.

—A veces me preguntó si realmente Mitch es mi novio o es el tuyo —dice— como sea, yo planeaba que fuera noche de chicas.

—¿Noche de chicas en un bar? —me alejo de Sara para quitarme el mandil. Nuestra hora de trabajo había terminado.

—Si, ¿Por qué no? —dice cerrando la caja fuerte y después, poniéndole llave.

—No lo sé Sara, la última vez que fuimos de "noche de chicas" —hago comillas con mis dedos— termine por llevarte casi inconciente en un taxi hacia tu departamento.

—Si bueno, esa no fue mi mejor noche claramente —dice entre risas— pero te prometo que está vez me mediré con el alcohol.

—No lo sé —digo soltando mi cabello y bajando las escaleras de la cafetería con Sara por detrás.

—Anda...—ruega— además, la última vez que salimos fue hace como dos semanas.

Cierro la cortina de la cafetería. Estaba por anochecer y odiaba salir de la cafetería cuando la noche entraba por completo. Me apresuró a poner los candados por debajo.

—Bueno, está bien, pero juro que si te pasas de copas te dejare tirada a tu suerte —advierto.

—¡Si! —grita y me abraza— paso por ti a las 9.

—Vale —la miro con una sonrisa— no llegues tarde.

—Te veo, guapa —se acerca a mi para dejar un beso en mi frente y abrazarme.

—Nos vemos, loca —la abrazo de vuelta y ambas tomamos nuestro camino.

Tomo mi bicicleta color amarillo y me dirijo a mi pequeño hogar. Al llegar sonrió pues lo que más disfruto de mi día es llegar a casa y sentirme tan cómoda y en paz.

Me quitó los zapatos y estiró los pies disfrutando de esa sensación. Camino descalza por mi hogar y me tiro al sillón. A pesar de que hoy no hubieron muchos clientes, parece que mi espalda me está matando. Cierro mis ojos y no me doy cuenta en qué momento me quedo dormida.

Llegaron las 9 y me encontraba lista, esperando a una entusiasta Sara. 10 minutos después, Sara se encontraba en mi puerta, diciéndome lo feliz que estaba por divertirse esta noche a mi lado. La verdad me hacía feliz verla feliz.

Llegamos al bar de siempre, lucía siempre tan reluciente y comenzaban a doler mis oídos por la música. Era este tipo de bar donde todos bailaban sin importarles quien los estuviera viendo. En lo personal me agradaba, el ambiente siempre me recordaba a Sara, un lugar feliz.

—Voy por un trago, ¿Tomarás algo esta noche chica aburrida? —me pregunta Sara.

—La verdad es que me siento feliz hoy, por lo pronto solo observaré tu bonita cara desde aquí —le digo señalándole el piso, justo donde me encontraba parada.

—De acuerdo mujer aburrida —se ríe— te quiero, no tardo.

Sara se gira y se pierde entre el multitud de personas. Suspiro y miro a mi alrededor, la mayoría aún parecen sobrios y felices.

Entre una mesa lejana veo una cabellera familiar, achino los ojos tratando de ver de quién se trata. Me impresionó cuando el hombre de la cabellera es Harry, el hijo de la señora Anne, y me parece una gran coincidencia encontrarlo aquí, está junto a dos hombres más. Y por alguna razón no puedo no pensar en lo increíblemente guapo que luce, con esos pantalones negros de vestir, esas botas blancas con tacón mini y esa camisa blanca aperlada arremangada hasta los codos y por supuesto, con los primeros cuatro botones desabrochados luciendo su fornido pecho.

Harry se da cuenta de mi mirada pues me doy cuenta que hace conexión con mis ojos y por alguna razón siento como relámpagos recorriendo mi ser. Es electrizante la manera en que me mira.

No puedo evitar sentirme avergonzada por la manera en que me encuentro vestida está noche, pues no es mi mejor atuendo para un encuentro con Harry, un hombre que en definitiva es elegante y sexy al mismo tiempo. Un hombre que estoy segura, viste Gucci y ese tipo de marcas que yo no me puedo permitir pagar.

Bajo la mirada rápidamente a mi vestido negro, simple y a mis tacones rojos que convine está noche con el color de mis labios. Sin embargo, vuelvo a levantar la mirada y puedo darme cuenta que el aún me observa y me sonríe, levanta su mano para saludarme. Con vergüenza levanto mi mano y lo saludo de vuelta.

Me giro para buscar con la mirada a Sara, sin embargo no puedo verla por ninguna parte.

—Hey Addie ¿No? —escucho que una voz grave y lenta me habla cerca del oído y me sobresalto un poco. Es Harry.

—Si —le digo un poco nerviosa— hola Harry.

—Hola niña —se ríe— ¿Has venido sola?

Niego con mi cabeza y en automático puedo ver a Sara bailar en la pista de baile.

—Vengo con Sara, mi mejor amiga —le digo— está por allá bailando.

—Bueno, que divertida ¿Y tú por qué estás aquí tan aburrida?

—De hecho, estaba buscándola pero ya la encontré —me río— ¿Tu viniste solo?

—No, vengo con dos de mis mejores amigos —me dice inclinándose un poco hacia mi oído— pero creo que eso ya lo sabías.

—¿A qué te refieres?

—Te caché por segunda vez viéndome niñita —acusa— ¿Es que acaso eres una acosadora?

—Por supuesto que no —le contesto nerviosa— es solo que me sorprendió verte aquí.

—¿Me veo tan viejo o es porque te parezco aburrido?

—Ninguna, es solo que...ya sabes —me permito suspirar— no lo sé, supongo que solo fue la impresión.

Harry me mira directo a los ojos y puedo sentir esos relámpagos de nuevo recorrerme el cuerpo. Me sonríe y juro que podría desmayarme aquí mismo.

—Bueno, pues es bueno verte por aquí niña —dice en tono burlón.

—No soy una niña.

—¿Cuál es tu edad? —replica.

—tengo 23.

Harry ríe fuerte y hace un mogin con sus labios para darme a entender que lo está pensando.

—Si eres una niña —dice.

—¿Estás seguro? —reto— ¿O no crees que a lo mejor tu eres el viejo?

—Touché —me dice y me regala otra sonrisa— te veo por ahí, niña bonita.

Harry se da media vuelta y regresa a la mesa en donde están esos dos hombres. Me quedo quieta sin saber que hacer, pero en seguida reaccionó y voy corriendo a dónde esta Sara para contarle.

Me ha dicho niña bonita.


Daddy issues Donde viven las historias. Descúbrelo ahora