Entre mis piernas

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Todo pasó muy rápido. Armando estaba sentado con el pene erecto y Alejandra se sentó sobre él, siendo penetrada profundamente. Mientras mi amiga lanzaba un gemido, ambos cayeron en la cuenta de que yo estaba grabando a muy poca distancia de ellos, en el sofá, estábamos frente a frente. No les dirigí la mirada, solo veía por medio del celular, pero ellos se detuvieron en seco. Por primera vez en la noche, vi a mi amiga algo apenada y a Armando también. Yo estaba congelada y totalmente paralizada, quería que la tierra me tragara, pero mi vergüenza aumentó más cuando mi amiga me habló.

-Yareli, perdóname, no pensé que pase esto- La voz le salió entrecortada, pero siguió hablando - perdóname, puedes detenerlo.

Un calor recorrió todo mi cuerpo, no sabía qué decir, pero mi boca contestó.

-No pasa nada amiga.

-¿Estás segura?

-Normal, no pasa nada.

De inmediato, sin siquiera dudarlo un segundo Armando le dio un empujón hacia arriba y mi amiga dió un salto sobre su pene, para volver a gemir y luego, tomándola por la cintura la impulsó de arriba hacia abajo. No les importaba, seguían teniendo sexo delante de mi y mi excitación subió de nivel. Sentía que ambos me veían a los ojos a través de la cámara del celular, yo escondía la mirada y terminé bajando la cabeza de vergüenza, pero ellos solo aumentaban la fuerza y la velocidad.

Los senos de mi amiga estaban rebotando perfectamente de arriba hacia abajo y no paraba de gemir de placer. Aunque ya no me tocaba, podía sentirme y al menos mi mente me hacía sentir que yo también era penetrada.

Se escuchaba el sonido de los sentones de Alejandra sobre Armando, piel con piel y con mucha fuerza, hasta que él la levantó por la cadera para detenerse, claramente quería cambiar, quería más.

Miré de nuevo a la pantalla del celular, Alejandra se puso de pie justo al frente de mí. No cabe duda de que mi amiga es una diosa, su cuerpo raya en la perfección y ahora, después de unos minutos de sexo, su piel con un ligero sudor era más apetecible que nuca. Ahí estaba, desnuda delante de mí, el deseo de tantos chicos, la realidad para su novio.

Alejandra hizo algo extraño, pues pese a haber una corta distancia entre la cama y el sofá, dio unos lentos pasos hacia adelante, como caminando hacia mi, con mucha sensualidad. No tenía idea de lo que estaba pasando pero era tan excitante. De pronto Armando se paró justo detrás de ella y le rodeó la cintura con sus manos para después darle un empujón y dejarla empinada. Aejandro estaba detrás de ella y había comenzado a penetrarla.

Mi amiga estaba de pie, pero por la fuerza de la penetración, perdía el equilibrio y finalmente buscó apoyo, intentando agarrar el sofá donde me encontraba sentada, pero al no lograrlo Alejandra puso sus tibias manos en mis dos piernas.

El calor se convirtió en un frío intenso en todo mi cuerpo, porque pude sentir la fuerza con la que Armando la penetraba por medio de las manos de mi amiga, que se aferraban a mis piernas del placer, mientras a pocos centímetros de mí, el rostro de placer de Alejandra y sus gemidos me volaban la mente.

Mi trabajo era grabar y eso era perfecto, porque no sabía que hacer, así que me recosté un poco para alejar la toma, en la que quedaba directo el rostro de mi amiga y sus senos meciéndose hacia adelante y hacia atrás.

Las manos de Alejandra estaban tocando mis piernas, sus uñas casi se clavaban y su rostro estaba perdido de placer. Armando le dio aún más duro por algunos segundos, haciendo un ruido enorme al embestir el trasero de mi amiga. De pronto le dio una nalgada fuerte que regresó el calor directo a mi zona íntima. Armando la penetró un poco más y finalmente se salió de ella, dejándola tirada apoyada en mis piernas y muy cansada. Alejandra reposó su rostro en mis muslos, muy cerca de mi entrepierna.

Los Favores de YareliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora