Izuku se encontraba en su habitación llorando del miedo. Camie de nuevo le había golpeado hasta que su flaco y débil cuerpo no diese más. ¿Por que le hacía esto? ¿Qué le había hecho para recibir este maltrato? Miles de dudas así pasaban por su mente mientras contenía sus gritos de dolor al curar sus heridas. Pero no importa, ya se estaba acostumbrando.
—¿Qué le hice?—Se pregunto a si mismo, colocándose vendas alrededor de sus brazos. Esta vez Camie se excedió. Había agarrado un cuchillo de la cocina y le había hecho varios cortes sin importarle el dolor del menor—Y-Yo nunca le hice daño, ¿verdad?—Dijo entre sollozos mientras intentaba recordar si le dijo algo que la ofendió cuando Bakugou se iba.
—Ya me tengo que ir, el chofer ya llego a recogerme. Camie, no quiero ni una queja sobre tus berrinches. Si escucho algo olvídate de tus compras impulsivas—Dijo el cenizo con el ceño fruncido, ignorando los ojos de perrito (más bien perra) de su esposa.
—¡Yo no hago berrinches!—Su voz chirriante se escuchó en respuesta, abrazando a su esposo con un puchero en la boca y dándole un beso en el cachete.
—Te he dicho mil y un veces que odio que me toques, mujer—Dijo con su usual voz cansada y rasposa, dirigiéndose directamente al más joven de los tres—Izuku, mantenme al tanto de lo que suceda. Si causa algún conflicto no dudes en avisarme para cancelar sus tarjetas, ¿de acuerdo?—Su voz se suavizo al conectar su mirada con la del de ojos jade, una traviesa sonrisa cruzando su frío rostro.
—Claro señor Bakugou, ¡pero no se preocupe! Camie es una increíble mujer, dudo que cause algún problema—Su voz dulce y baja hicieron que un pequeño escalofrío bajara por Katsuki, a pesar de que el dueño de la voz no lo noto.
—Claro...—Murmuró, perdido en la mirada de Izuku. Desde que lo contrató supo que había algo en esa mirada... tan familiar, sabía que lo que sea que fuera lo tenía en la punta de la lengua—Izuku, ¿Tu..?—Fue interrumpido por el sonido de la limusina fuera de su mansión, haciéndole recordar que tenía que hacer.—Bien, nos vemos en un mes, Izuku—Ignoro por completo la mirada de su disque esposa, saliendo de la mansión y empezando su recorrido hacía el aeropuerto.
Una sonrisa boba fue lo último que se vio antes de que montará la limusina, Izuku viendolo con la misma mirada hasta que se iba. El menor suspiró. El mes volaría de seguro, total, cuatro semanas sin su jefe no serían nada, ¿verdad?
¿...verdad?
Sus ojos se abrieron en shock en el momento que sintió un ardor en su mejilla, volteando a ver a la mujer que con tanto odio lo miraba. Oh, santa mierda de Dios...
—Tú, hijo de puta—La voz ácida de la mujer inundó la sala, haciendo que Izuku empezará a temblar inconscientemente.
—¿Disculpe?—Fue lo único que logro formular mientras intentaba alejarse de la mujer, lo cual no funciono, siendo agarrado violentamente de la muñeca.
—¡Te odio!—Grito la mujer de la casa, brindándole otra cachetada al más joven—¿Cuál es tu maldita necesidad de querer coger con un hombre casado? Idiota, ¡el es mío! Él se caso conmigo, no contigo—
—...—Un ligero sonrojo se hizo presente, rápidamente sacudiendo su cabeza—S-Señorita Camie, yo no- No tengo ninguna intención de quitarle su esposo, el y yo somos solo amigos, d-discúlpeme si alguna vez le d-di a entender una idea errónea...—Un pequeño quejido de dolor salió de sus dulces labios, ya que al momento de abofetearlo, las uñas de Camia habían rasgado su pecosa piel.
—¡Idiota, no me contradigas!—La mujer lo agarro del pelo y lo puso de rodillas, dandole una patada en el rostro al chico que con sus débiles brazos intentaba cubrirse—¿Crees que esta bien desear al esposo de una mujer como yo, eh? El es mí hombre, no tuyo. El, su mansión, y su dinero me pertenecen a mí—Como último escupió en su mano y lo abofeteo de nuevo, dejando su cara viscosa—Por maricón yo misma te arrancaré las alas—
Escupió esas palabras llenas de veneno, abandonando la habitación mientras el pobre chico mantenía su mirada perdida en el suelo, sus ojos verdes llenándose de lágrimas.
La mujer reconocida por ser bella termino siendo una bestia... definitivamente causaría muchos problemas.
—Lo que daría por poder renunciar..—Izuku murmuró para si mismo, sus ojitos hinchados de tantas lagrimas y su labio inferior partido.
Estaba cansado y demacrado, la humillación y el dolor no eran una buena mezcla. No había día que su cuerpo no ardiera de los golpes que Camie le otorgaba, o noche que no llorará por que el señor Bakugou regresará. Camie lo había forzado a llevar un uniforme femenino, haciéndolo soportar las burlas que ella y cualquiera de sus miles de acompañantes nocturnos le proporcionaran.
Rápidamente salió de sus pensamientos al escuchar la maldita voz de la mujer que tanto lo odiaba, haciendo que su cuerpo se tensara.
—¡Deku! Ven acá, ¡ahora!—Grito Camie desde la sala de abajo.
Rápidamente Izuku bajo, entrando a la elegante sala de estar, viendo a Camie sentada de piernas cruzadas y a un hombre peliplateado con su mano rodeando la cintura de la mujer.
—¿Otra vez el?—Izuku pensó, algo sacado de onda.
—Una copa de vino, y un whisky para nuestro invitado—Dijo, mirándolo con la misma expresión de asco.
—S-Si señorita—Contestó, rápidamente dirigiéndose al bar personal del cual Tenya era el encargado. Mientras le entregaban las bebidas sus manos temblaron ligeramente, tenía un mal presentimiento.
Regreso cuidadosamente a la sala de estar para no derramar ni una sola gota de aquellas bebidas caras, pero quedo completamente paralizado en la puerta cuando presencio como Camie, sentada en las piernas del peliplateado, besaba y manoseaba el cuerpo de aquel misterioso hombre. Un quejido escapó de sus labios, haciendo que la mujer se volteara rápidamente a su dirección con una furia tremenda reflejada en su rostro.
¿Qué mierda?
—¡Joder contigo!—Se levantó de las piernas del hombre, quien observaba la escena con una sonrisa curiosa, abofeteando a Izuku y tomando el whisky y la copa de vino—Le dices de esto a mi hombre y te mato, ¿entendiste? ¡Te mato!—Tomo un gran respiro, escupiéndole en la ropa—Sal de mi vista, maricón—
Tan pronto le dijo que se fuera corrió escaleras arriba, con un sentimiento de asco y escalofríos recorriendo su espalda, encerrándose en su cuarto. Cerró con llave se sentó en una esquina de su habitación, soltando un triste suspiro.
—Pobre señor Bakugou...—Murmuró para si mismo, hundiendose en pena—El no merece nada de esto—Con una triste mirada se hundió en sus pensamientos, abrazando sus rodillas para no dejar que la soledad consumiera su débil cuerpo.
Una semana.
Solo faltaba una misera semana para que el señor Bakugou regresará, y el renunciara.
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"𝑫𝒖𝒍𝒄𝒆 𝒗𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂"
Fanfiction"𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐢𝐞 𝐦𝐚𝐥𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐚 𝐈𝐳𝐮𝐤𝐮 𝐲 𝐁𝐚𝐤𝐮𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐬𝐮 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚"