Capítulo 6.

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  —¿Qué creen que hacen?

La voz ronca de Elena nos amedrentó a las dos, la jovencita que está delante de mí, buscó con su mirada, un ápice de ayuda en mis ojos. Era nuestra tercera partida y estábamos en un nivel de excitación emocionante. Viviana es buena a la hora de mover piezas de ajedrez, se centra tanto que no cabe dudar de su capacidad antes de tomar una decisión. Eso, aunque duela aceptarlo lo ha heredado de mi padre, tal vez de su madre, pero no he estudiado ese lado enigmático de la empresaria, aún.

  —Mamá —la morena baja la mirada ante la burbuja de fuerza que le ofrece su mal humorada madre.

  —Sal de aquí Viviana, antes de que pierda la paciencia y termine haciendo o diciendo algo de lo que luego me arrepienta.

  —Solo jugábamos —trato de justificarla, pero la escalofriante mirada de Elena me hace callar. ¿Tan mal le hace que juegue con su hija, su deporte favorito?

  —Perdón mamá. Te juro que no fue intencional. Lili nunca quiere jugar y tú nunca estás disponible. Ella fue una opción, la cual aproveché para practicar y prepararme para el torneo que se llevará a cabo en el instituto.

  La rubia la mira con el ceño fruncido.

  —¿Qué torneo?

  —El de ajedrez. Este año he decidido apuntarme.

  —No me habías comentado nada hija.

  —Si lo hice madre, hace ya una semana mientras cenábamos. Entiendo si lo has olvidado.

  Elena no dice nada, sus ojos observan a su hija y veo culpabilidad en ellos. Se está perdiendo una etapa preciosa de sus gemelas y justo ahora se ha dado cuenta de ello. Se acerca a la morena y la abraza fuerte, sin importarle mi presencia. Le duele haberse olvidado de los eventos importantes de su hija y eso es algo que una madre como ella no se puede perdonar.

  —Le dije que no entrara, pero ella nunca escucha —Liliana entra hecha un torbellino por la puerta, literalmente gritando, pero sus palabras quedan suspendidas al ver a su madre abrazar a su hermana.

  —Te conozco demasiado Liliana, para que vengas a mentir en mi cara —las palabras de su madre la dejan congelada.

  —Mamá —la joven recién llegada no le sostiene la mirada a la mayor y baja el rostro.

  —Tú y yo vamos a tener una conversación jovencita. Hay cosas que necesitas entender y tener muy claras. Ahora necesito que me dejen a solas con mi invitada.

  —¿Es tu amante? —Viviana no duda en volver a hacer la pregunta.

  —¿De dónde has sacado semejante idea hija?

  —Es que anoche ...

  —Anoche acá, la agente Verónica me estaba enseñando a poner las esposas, una nunca sabe con qué situaciones se puede llegar a tropezar. ¿Está claro?

  —¿Puedo hablar? —pregunto cautelosamente.

  —No —responde la mayor de todas.

  —Es una pena —habla en voz baja la morena de su hija—, me cae bien.

  —Luego hablaremos de ese evento de ajedrez, mi amor. Ahora salgan las dos.

  Me pongo de pie y coloco las piezas del ajedrez en su lugar, una partida rota por la furia de una madre iracunda.

  —Deberías ser mejor madre. Eso les está haciendo daño.

  —¿Perdona? —se acerca repentinamente hasta donde estoy.

Descifrando tus huellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora