Dándose cuenta

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Después de lo último dicho por Mitsuya, el silencio se hizo entre ambos chicos

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Después de lo último dicho por Mitsuya, el silencio se hizo entre ambos chicos. Ese “Demonio, estamos encerrados”, definitivamente hizo que Manjiro se sintiera morir.

Trato de verse tranquilo, no quería quedar como un idiota que le teme a los lugares cerrados frente al chico que le gustaba (porque si, Emma le había dado una charla con la que por fin había aclarado sus sentimientos). Comenzó a respirar lentamente, sintiendo como el pánico poco a poco quería apoderarse de su ser.

Ahora maldecía a su yo de 5 años que se había quedado encerrado en el almacén del dojō, y que había sido descubierto casi 8 horas después por Shinichiro, quien tuvo que consolar a un lloroso Manjiro que le hacía berrinche por no percatarse de su ausencia. Desde ese momento, Mikey no soportaba los lugares pequeños, sentía que se asfixiaba en esa clase de lugares, y ahora saberse encerrado en el pequeño baño de la casa de Takashi, hacía que su claustrofobia se hiciera presente.

— Mikey, ¿estás bien?—. Preguntó Mitsuya en cuanto volteo a ver el pálido rostro del rubio a su lado.

Había estado tratando de abrir la puerta de mil y un formas, recordando todos esos tutoriales que había visto en Youtube para reparar algunas cosas del hogar. No por nada Takashi había salvado a su madre de pagar un fontanero o electricista cuando algo no funcionaba, se podía decir que en definitiva Mitsuya Takashi era un hombre multiusos, perfecto esposo para el hogar.

Estaba tan concentrado tratar de sacarlos, que no se había percatado de la obvia respiración errática de Mikey a su costado, hasta que está se hizo demasiado evidente.

— Y-yo s-si, es-estoy bien—. Murmuró Manjiro entrecortadamente, tratando de transmitir la calma que en ese momento no tenía.

— Por Dios, Mikey, no me mientas—. Se aproximó rápidamente al pequeño rubio para que se apoyara en el, y lo sentó en la tapa del váter, colocándose en cuclillas frente a el—. Luces como si estuvieras apunto de desmayarte, ¿acaso eres claustrofobico?

— U-un po-quito—. Admitió Mikey a regañadientes, no podía permitir que se enteraran de las debilidades del Invencible Mikey.

— Demonios...—. Maldijo Takashi por lo bajo— Eh, trata de respirar lentamente, ¿bien? Verás que las niñas vendrán con ayuda.

Mitsuya miro nerviosamente la puerta, esperando que sus hermanas no se demorarán en llegar con su madre, o con alguno de sus vecinos. Después de todo, conocían a sus vecinos desde hace años, y todos eran sumamente confiables.

— Si.

Durante los siguientes minutos, Manjiro trato de mantener su respiración lo más pausada y tranquila posible, fallando miserablemente en el intento. Mitsuya coloco sus manos en los hombros del pequeño rubio, para transmitirle un poco de apoyo. Sentía la impotencia recorrerle poco a poco, la única forma que tenían para salir del pequeño espacio era por la puerta, la ventana era demasiado pequeña para que alguien (ni siquiera Mikey) saliera por ella.

4+1=5 «Mitsukey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora