Odio el sexo

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Odio el sexo,
pues como un camaleón
logra camuflarse entre los sentimientos.

El amor circula por mis venas
cuando él me susurra al oído que me ama,
pero sus acciones despiertan
sentimientos diferentes.

Soy indiferente cuando nos vestimos;
coge el móvil, mira la cama
como la cuenta de un restaurante,
me regala una sonrisa encriptada,
le regalo un beso con el pensamiento,
y nos despedimos con la mirada.
Mirada que sabrá quién
si significa lo mismo para ambos.

Odio el sexo.
Cuando nos desvestimos,
busco encontrar una conexión más profunda,
que traspase su piel,
pero él solo quiere tener sexo:
disfrutar del placer de mi cuerpo
mientras nos miramos,
mientras trata de encontrar en mí
un cómplice del crimen
que están cometiendo sus ojos,
al mirar mi belleza
como principal responsable de sus orgasmos.

Odio el sexo,
es más complicado de lo que imaginé:
es tramposo.
No sabes si es amor
lo que se enciende entre dos cuerpos
que parecen entregados a una sola energía,
o es la malicia de la carne
que, como animales,
mueve el estímulo
que hace al hombre ir en busca de una nueva presa.

Si él es un depredador
y yo soy su nueva víctima,
entonces, confieso haber caído en su trampa.
Si este es el fin de nuestra historia,
que quede escondido en esta habitación,
así como mi amor por él.
Si este es el principio de nuestra historia,
que revele el código de su mirada
y descubriría todas las verdades
que se escondieron en nuestras sábanas.

Si este es el principio de nuestra historia,
si mañana es mejor que ayer,
si él pudiera ver que el amor
destruyó las sábanas y se escondió en mi piel,
entonces, me encantaría el sexo,
porque sabría que, aun sin él,

nuestros cuerpos seguirían haciendo el amor.

R.A.M.N

Karma Notas. Mi desnudo al descubiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora