sugar daddy [Pausada]

Cap 7: casera del infierno

'Será mejor que me des mi dinero para el final de la semana o estarás en la calle, señorita'

La casera te chupó el culo absolutamente, especialmente cuando no era más que una vieja bruja que te golpeaba por el alquiler con solo unas semanas de retraso (aunque, en realidad, ella solo estaba haciendo su trabajo). Tampoco ayudó que se hubiera encargado de irrumpir en tu apartamento a las 6:00 a. m. y exigir un fajo de billetes que no estaba en tu poder.

Oh bueno, era hora de sacar las armas grandes

Pensando en la peor historia posible que acechaba en el fondo de su mente, frunció el ceño y miró a su casera con ojos llorosos. Haciendo un puchero, gritaste, "¿realmente vas a hacer que una pobre estudiante universitaria se quede sin hogar, señorita iruka?"

Si todo lo demás falla, no estaría de más tratar de culpar a la mujer para que te deje libre unos días más. El odio y la ira nunca dejaban de alcanzarte cuando pensabas en la anciana, pero sabías que no era completamente despiadada. De hecho, ella estaba bastante familiarizada con tu situación, razón por la cual todavía tenías una (mierda) de techo sobre tu cabeza.

Pero su señora sabía mucho mas que creer en sus mentiras piadosas. Y tampoco eras la primera de tu especie con la que ella se había cruzado. "Oh, ve a llorarme un río, jovencita. ¡Será mejor que me traigas ese dinero cuando puedas, pequeña molestia!" Ella habló, un poco demasiado alto para las 6 a.m., lo que le valió un fuerte golpe en la pared de sus vecinos.

Pusiste los ojos en blanco, ahuyentándola de tu apartamento para poder dormir más antes de que tu cuerpo se acostumbrara por completo a estar despierto. "¡Sí, sí, vieja bruja! Te lo traeré cuando pueda, ¡ahora vete, tengo una clase a las 9 am!" te quejaste

"¿¡QUÉ FUE ESO, PEQUEÑA MOLESTIA !?"

" ¡nada!" Antes de que pudiera agarrarte la oreja y retorcerla de la misma manera agotadora que lo había hecho muchas veces antes, le cerraste la puerta en la cara (echando más leña al fuego) suspirando, te deslizaste suavemente por la madera desvencijada de la puerta de entrada. He jurado que esa mujer era el demonio reencarnado.

"Estoy tan cansada..." bostezaste mientras te frotabas los ojos, levantándote del piso pulido para dirigirte a tu habitación

Una oveja, dos ovejas, tres ovejas, cuatro ovejas...

Noventa y cuatro "ovejas" más tarde, todavía estabas allí despierta y bastante frustrada por eso. La vieja loca se había ido y lo había vuelto a hacer, apareciendo en tu apartamento a horas intempestivas de la mañana. A veces venía con una botella de sake en la mano, borracha o mareada, molestándote por su dinero y obligándote a sacrificar tu sueño solo para tratar con ella.

Todavía estaba muy oscuro, pero podías distinguir fácilmente las siluetas de tu habitación y pronto encontraste tu teléfono. Una parte de ti se sintió mal por esperar a molestar a alguien que potencialmente podría estar dormido, pero aún así, fuiste a enviarle un mensaje de texto al extraño en la parte superior de tus contactos.