𝘿𝙞𝙚𝙘𝙞𝙣𝙪𝙚𝙫𝙚

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Jimin observaba a Yoongi hablar con su madre, así que, luego de asegurarse de mantenerlo en su campo de visión, pasó a enfocarse en su problema principal, en ese grupo de niñas al frente suyo, que lo miraban peor que algo raro, aunque tenían unas sonrisas como las de las muñecas feas que no le gustaban, de lado a lado, casi de oreja a oreja.

—¿Meow? —maulló suavemente, sin saber cómo comunicarse con las cuatros pequeñas, observando la mirada de cada una. Se supone que tenían que acercarse, pero Jimin prefería oler primero a la niña de cabello bonito, DaeHyun, antes que a las demás.

Soltó otro maullido, tratando de mantener contacto visual con el azul de los ojos de la pequeña. Una vez DaeHyun entendió, tuvo una pelea con Lalisa porque ella era la mayor y quería ir primero, pero luego de que la niña de cabello bonito le dijera a su hermana que llamaría a Yoongi, ambas se callaron. DaeHyun se acercó a paso lento hasta el sofá donde se encontraba Jimin aún con sus piernas encogidas hacía su pecho y sus manos descansando sobre sus rodillas. La pequeña niña estiró su mano relajada hasta el rostro del gatito, obedeciendo lo que su hermano le había dicho sobre primero dejarlo olerlas, y Jimin olfateó con sumo cuidado, hasta que hizo lo que antes con Namjoon, acercó su cabeza de tal modo que la mano quedó sobre sus rizos, y DaeHyun comprendió que podía acariciar, así que lo hizo.

Las cuatro niñas se cubrieron la boca para callar sus gritos llenos de emoción, mientras DaeHyun soltaba un "Yaaaass" en un susurro, tratando de no asustar a Jimin. Para el minino estaba bien, la niña tenía manos pequeñas y se sentía genial cuando sus deditos pasaban por su cabello, o por el inicio de sus orejitas.

—Lisa, ahora acércate tú.

Parecía que todas hacían una travesura juntas, puesto que susurraban para mantener la calma de Jimin, en lo que este ronroneaba, disfrutando de las caricias, luego sintió otra mano cerca de su rostro y al abrir los ojos se encontró con una sonrisa amable.

—Hola, yo soy Lalisa, pero todos me dicen Lisa. ¿Tú cómo te llamas?

Jimin abrió la boquita, separando bien los labios y las pequeñas tuvieron que aguantar otro grito al notar los adorables colmillitos superiores en inferiores en la boca del menor, antes de escucharlo hablar con la voz aguda, linda e infantil.

—Jimin.

Otra mano se posó sobre su cabeza y ahora fueron mucho más caricias agradables. Jimin no tardó en cerrar los ojos y entregarse a las sensaciones, con suaves ronroneos, escuchando las risitas de las niñas. Todo iba a estar bien, se dijo, meneando la cola de un lado al otro con tranquilidad.

Yoongi observaba con una gran sonrisa como ahora sus cuatro hermanas tenían sus manitos sobre el cabello de Jimin, aunque luego tendría que lavarlo, no quería que su bebé tuviera sus rizos sucios, eso contando que sus hermanas podían haber estado tocando antes, como la tierra del bosque entre algunas de sus travesuras o cualquier otra cosa, aún peor conociendo lo mucho que a Jimin le gustaba verse bien, porque no era algo anormal encontrar a su pequeño cuidando sus rizos, al parecer le gustaban mucho.

—Yoongi, ¿estás siquiera escuchándome?

Suran llevaba dándole el sermón de su vida desde que la puso al tanto de todo, y el mayor ya había recorrido toda su casa con la mirada fingiendo escuchar. No era que fuera un mal hijo, sino que todo lo que le pudiera decir su madre ya se lo habían dicho y por otro lado el pensar en el "hubiera" era algo que a él no le gustaba, ya estaba ahí, tenía al amor de su vida y un plan para estar juntos al menos por unos cien años. A él no le imperaba mucho que tanto sermón pudiera hacerle su mamá.

—Sí, má. Fuerte y claro. —suspiró, apoyando su codo sobre la mesa y su barbilla sobre la mano de ese brazo, admirando a su madre.

—De verdad que eres imposible. —ahora fue ella quien soltó todo el aire de sus pulmones en un largo suspiro.— ¿Cuál es tu plan entonces?

𝙉𝙚𝙠𝙤 𝘾𝙤𝙧𝙥𝙤𝙧𝙖𝙩𝙞𝙤𝙣 | 𝙔𝙈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora