Capítulo 9

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 A pesar de no comprender en totalidad sus palabras, por el tono de voz que usó, cada una fue tan venenosa, inyectándole desesperanza a mi corazón. Presioné mis párpados con más fuerza y me aferré a su cuerpo, sin poder evitarlo. Quizás sería mucho pedir, pero le besaría los pies si era necesario o me esposaría a su muñeca para toda la eternidad, necesitándolo a mi lado más que cualquier cosa.

—_______, no... —logré susurrar, aunque ni siquiera yo entendí lo que salió de mi boca, pues las lágrimas habían llegado hasta mis labios y me impedían hablar con claridad.

Él no dijo más, no hizo falta, solo lo escuché llorar por varios segundos, en lo que imaginé preparaba una nueva oración que me destruiría del mismo modo que las anteriores. Y, aún así, continuaría aferrándome a cualquier reducida esperanza, incluso anhelando entregar mi alma al mismo diablo con tal de tener solo una oportunidad más.

Quizás no era el momento indicado para meditarlo, pero quien haya inventado la frase "si amas algo, déjalo ir" jamás amó tanto como yo amé, amo y amaré a _______. Quizás era sólo un imbécil que justificaba su cobardía con frases mediocres que las personas usan para ocultar su culpa o sentirse mejor con ellos mismos, pero yo no lo haría. Porque si lo amo tanto, sé que nadie lo amaría nunca ni la mitad de lo que yo lo hago.

Y _______ merecía a alguien que lo ame más que el mundo completo, aunque yo no me lo merezca y seguro nadie en el planeta jamás lo haga.

—Dilo —murmuró. Sus manos tomaron mi remera y se aferraron a las telas, mientras él hipaba y respiraba hondo, antes de repetir—. Dímelo.

Su llanto aumentó después de decir eso, pero yo lo comprendí, no hizo falta absolutamente nada más. Intenté dejé de llorar al fin, ya que de nada servía. Él continuaba aferrado a mí como un pequeño abandonado por su madre. Mis brazos lo sostenían, asegurándome de que no cayera. Nunca dejaría que nadie más lastime a ese ángel, incluso si yo mismo era el causante de esas lágrimas. Me mataría antes de volver a herirlo.

—Yo te... te...

—Lo aceptaré —me repitió. Al fin ambos nos miramos fijamente. Esa mirada tan asustada y triste, sus ojos sin el brillo que antes encantaba a cualquier persona que tuviera el placer de conocerlo. Se veía tan herido, lastimado y confundido, sin embargo, una luz de anhelo se reflejaba en sus pupilas, mientras él asentía suavemente—. Y–yo lo aceptaré, así que... Dilo. Sólo dímelo ahora mismo —pidió nuevamente.

Me levanté y besé sus labios, ignorando mis lágrimas que no tardaron en volver a salir y las suyas mojando nuestras bocas al besarnos.

—Te amo, _______. Te amo tanto que siento que mi corazón podría explotar en cualquier momento.

...

—Mmmh... Eric... —gimió.

Su cuerpo tan cerca al mío parecía un milagro, admirándolo con detenimiento mientras le quitaba el short junto con su ropa interior, terminando de desnudarlo y despidiéndome de mis prendas también.

Mi boca rara vez liberaba la suya, solo de vez en cuando, disfrutando de mi nombre saliendo con dulzura de esta, oyendo su aguda voz repetirlo una y otra vez, mientras se aferraba a la cama con una de sus manos y con la otra sostenía mi hombro. No lo sabía, pero podía jurar que él temía que desapareciera.

—_______ —dije sin necesidad, únicamente con el anhelo de recordarme que esto estaba sucediendo. Él tembló al oír su nombre, por lo que lo repetí mientras inclinaba su cabeza hacia atrás y me regalaba más de su piel, llenando de besos cada rincón de su cuello, mordiendo cerca de su clavícula y bajando más—. Te amo.

Good Friends | Eric Sohn X Male! ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora