Parte 2. Declaraciones

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Que tal, quiero aclarar varias cositas.

Uno tiene contenido maduro.
Así que leanlo ya advertidos.

Los siguientes capítulos serán un poco más cortos, pero de igual manera espero y los disfruten.

Vuelvo a decir que me disculpen por los errores ortográficos que llegue a tener la lectura!.

PARTE 2.

Mal escucho la orden de su compañera y su mandíbula se tenso.

Un suspiro se escapó y giro sobre su eje, para ver a su Amiga despojandose de su ropa habitual.

La pobre Mal abrió los ojos como platos y no pudo evitar sonrojarse —¿Q-Qué, qué haces?—
tartamudeaba sus palabras.

Evíe la miro con Obviedad y frunció el seño en clara confusion, era obvio que el baile ya estaba por comenzar y tenían que arreglarse para eso, entonces un brillo extraño se poso en sus ojos, le pareció divertida la situación, sonrió para ella y con picardía le respondió —Te ayudo a continuar, me refiero... a lo que haciamos hace un momento— agrego un guiño coqueto mientras alargaba la frase lo más sensual posible y se dispuso bajar lentamente sus pantalones con gracia, tirandolos en el piso y parándose de la cama para que la otra chica tuviera mejor vista.

Mal se volteo de nuevo rápidamente y empezó a controlar su respiración. No funcionaba, y tuvo que recitar algunas palabras, algo así como su especie de mantra, un mantra que siempre decía cuando tenía algún pensamiento o impulso indebido hacia su amiga.

Maldecia a lo bajo, cómo es posible que con solo saber que está detrás de ella, pudiera querer hacer tales cosas a lo animal.

Sus malditos bajos instintos...

Mientras su amiga se burlaba de ella por evitarla, se propuso a quedarse en ropa interior, ya que tenía que ir a ducharse de igual manera, ya había logrado su objetivo de molestar a Mal, entonces una buena ducha ayudaría con ese calor que sentía...

Sus burlas se volvieron completa seriedad y silencio cuando se acercó a la espalda de Mal. La misma seguía tapando su rostro avergonzada y completamente roja, inmersa en su pena no sintió a su amiga ubicarse atrás.

Evíe se agachó un poco a la altura donde había dejado sus marcas y sus ojos comenzaron a dilatarse...

Sintió que un deseo comenzaba a controlarla.

Como si de otra Evíe se tratara.

Una que arremetía contra lo que queria o necesitaba hacer.

Poso sus dedos y comenzó a delizarlos lento y sensual por la espalda de su amiga, sonriendo para ella, al sentir la piel erizada debajo de las yemas de sus dedos.

Mal sintió un escalofrío que no pudo evitar ponerle los pelos de punta, se tenso e inclinó su rostro para ver qué pretendía hacer la otra chica.

No le salían palabras, Evíe tampoco dejaba que se le escaparan, era suficiente verse a los ojos.

Eso pensaron ambas cuando Mal jadeo al sentir una lengua húmeda en su espalda, poco a poco se volvieron besos y pequeños mordiscos mientras era empujada en dirección a la mesa de trabajo de Evíe.

Por inercia obedecía, hasta que chocó con su destino y quedó posicionada sujetando con sus brazos el escritorio viéndose en el espejo y con la espalda arqueada pegando sus caderas de Evíe, ese choque merecía ser guardado como las mejores sensaciones que ambas desearon experimentar, asi Evíe pegaba aún más su cuerpo a la espalda de la más bajita, mientras hacía un recorrido visual al cuerpo de Mal llegó a un punto dónde su vista era interrumpida, con algo de desespero deslizo el cabello morado que estorbaba hacia un lado y se sintió satisfecha de ver esa zona de Mal, su piel tan blanca, ahora un poco transpirada por el calor que ambas estaban generando, Mal noto eso y un poco apenada quiso taparse pero su mano fue sujetada y llevada con brusquedad de nuevo a la mesa, el sonido de la madera hizo estruendo en la habitación —Quieta...— Gruño Evíe en su oído, Mal casi sintio que sus rodillas vacilaban.

Solo tu podrás ser mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora