El sabor intenso del chocolate amargo se quedó emprendido en sus mejillas recordando la escena recién ocurrida en su vida.
Aplausos, sinfonías y regalos. Ya nada de eso parecía importar cuando lo único que hizo después fue comer los dulces encerrado en su cuarto.
Ansel pensaba, tal vez demasiado o muy poco, lo que significaba tener una pasión como la suya y llevarla por todos los años de su existir, cuando esa pasión ya no llegaría ni a afición de un momento a otro.
Limpió la comisura de sus labios con la manga y levantó las partituras para verlas mejor. La canción era triste, guiada hasta un nivel radical y de asombro, como un grito de auxilio lanzado desde el fondo del callejón y todo el proceso hasta la resignación.
Demasiado dramática para su gusto.
Las dejó en su cama, escondió los obsequios y salió de su habitación sin hacer mucho ruido. En la ventana del pasillo se asomaba el sol de la tarde que no era molesto ese día en específico.
Sabía que su madre jamás le daría el permiso de salir y menos sin un motivo en especial, pero de todas las horas, semanas y meses que no tenía ganas de explorar la ciudad, hoy era la excepción; porque incluso los introvertidos tenían ese arranque de socializar como sea luego de un tiempo.
Además, sentía que sus responsabilidades lo estaban sofocando.
Bajó las escaleras y en un parpadeo fue detenido por su padre, chocando a su costado por ir a prisa.
-¡Ansel!
Se detuvo al escuchar el grito de su mayor y por reflejo atrapó un papel que danzaba en el aire, su progenitor hizo lo mismo con otra hoja y cuando estuvieron todas reunidas alzó la ceja hacia él.
-¿A dónde vas?
-A q u í . . .-Lo pasó de largo y miró las paredes, el adulto ejecutó una mueca de desaprobación y siguió el camino hacia su estudio.
-Buen intento, muchacho.
-Pero ¡papááá!-Alargó lo último en un berrinche.-¡No hay nada que hacer en esta casa! ¿Tú no te aburres a veces de hacer siempre lo mismo?
El susodicho se paró en el marco de la puerta y lo miró directo a los ojos para decir:
-¿Están limpios todos los cuartos?
-Hasta el techo.
-¿Hiciste tu tarea?
-Las ondas son perturbaciones que se propagan desde el punto que se produjo hacia el medio que rodea ese punto.
-¿Practicaste con el piano?
-¡Acabo de tocar en la escuela!
-Bien, bien.-Acomodó sus lentes y apuntó en dirección al jarrón que estaba a unos pasos de la puerta principal.-Si estás tan aburrido, ponte a romper cosas y limpialas.
El niño miró la decoración y posteriormente a su tutor, frunciendo el ceño. Vio como entró a su estudio y se resignó a patear la alfombra con gentileza.
-Aún no he caído a ese punto de locura.-Volvió a dirigir su atención al adorno de porcelana y se le acercó, queriendo tocarlo.-Pero...-
-¡Era broma, no rompas nada!
Ansel se encaminó a donde reposaba su padre y aprovechó que dejó la puerta abierta para sentarse enfrente del escritorio. Una vez encogido y con una expresión de fastidio, enfatizó:
-¿Qué se supone que haga si no puedo romper nada?
-Pues, eh...-Con los ojos en los papeles siguió su conversación.-Cosas de los niños de tu edad.
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Red Prairie
FantastiqueRed Prairie es una ciudad floreciente y encantadora, con encantadores edificios y encantadoras personas. La ciudad perfecta. Pero esta historia no abarca a Red Prairie del año actual, esto es Red Prairie del siglo diecinueve: Una pradera dividida en...