Maggie mira a través del retrovisor de la caravana, que ella misma había ayudado a reparar, junto con Carter. Sentada al lado del copiloto, la luz refleja en el espejo el sol radiante con un cielo despejado.
Llevaban varias horas costeando el mar Mediterraneo y todavía no se habían cruzado con nadie en el camino. —¿Acaso eran los únicos en esa Península llena de monstruos?— se preguntó.
Maggie con un trozo de tela empezó a limpiar con delicadeza su ballesta. Estira hacia atrás la cuerda y coloca una flecha —listo para disparar— pensó para sí misma.Sus dedos jugueteaban con la punta del metal.
—¿Cuánto tiempo más vas a seguir sacándole brillo a la ballesta?— preguntó Alec mirándola.
—Ya he terminado— Maggie se agacha y deja la ballesta debajo de su asiento.
—Bien, pues sé una buena copiloto, coge el mapa e indica el camino— le ordena.
—Sí, señor — Maggie se burla de él mientras coge el mapa de la guantera.
Maggie mira hacia la carretera y se percata de lo devastado que está. Es cierto que las ciudades que han habitado antes, estaban llenas de boquetes en los edificios y los locales destrozados por el vandalismo, aunque la carretera tampoco se queda atrás. Los carteles tirados en la calzada y no es de extrañar, las bombas que atacaron a toda Europa, esta península se llevó la peor parte.
El entorno en el que se movían era altamente radiactivo. La catástrofe de Chernóbil o el desastre de Fukushima, no eran nada comparado con lo que sufrió la Península Ibérica en la Edad Oscura. Con los altos niveles de radiación deberían estar muertos y enterrados bajo tierra y contra todo pronóstico seguían con vida.
Un frenazo inesperado obliga a Maggie a echar su cabeza hacia delante.
—¡Qué haces!— Maggie se quejó.
Miró hacia delante y un gran agujero invadía la carretera. No podían continuar en la dirección que tenían prevista, y tampoco volver atrás, malgastar gasolina es un lujo que no pueden permitirse.
Todos salieron del vehículo e hicieron un círculo.
—¡Joder!— grito Alec pegando una patada al neumático.
—Tranquilízate, todavía es de día, iremos por allí— Carter señaló al bosque que se encontraba a la derecha de la carretera.
—Adentrarse en el bosque es peligroso— Mia frunció el ceño.
—¿Qué propones Mia?, si tienes una idea mejor soy todo oídos— Carter sale del círculo y se aproxima a Mia.
—Deberíamos estudiar el mapa y calcular cuánta distancia vamos a recorrer en el bosque, hasta que encontremos una nueva carretera para continuar— propone Sally.
—¿Quién ha pedido tu opinión princesa?— Alec se acerca a Sally con el puño cerrado. Drew le corta el paso y Alec relaja la mano.
—Solo es una idea— musitó Sally.
—Tiene razón, podría anochecer y nuestras probabilidades de sobrevivir son escasas, sino conocemos el bosque— Carter saca su de su chaqueta de cuero negro, un mapa, doblado por mil partes. —No hay otra opción, bordeamos la carretera y nos adentramos en el bosque—Drew asiente.
Se dividieron en dos grupos. El primer grupo: Sally, Carter, Layla y Fred. Se quedaron estudiando el mapa y trazando una ruta por el bosque. El segundo grupo: Maggie, Drew, Mia y Alec. Se adentraron en el bosque para inspeccionar que era seguro e informar al resto.
Cada uno de ellos llevaba su arma favorita. Maggie, la ballesta. Drew, el hacha. Mia, un bate de béisbol de aluminio. Y Alec su boomerang con pinchos.
El bosque está solitario, no había indicios que los Sfongs estuvieran allí; ni rastro de huesos de animales o de humanos. Caminan en fila india, Drew guiaba al grupo y Maggie era la última.
En la copa de un pino, una bandada de pájaros salieron volando, el grupo los sorprendió por el ruido, segundos más tarde se relajaron y observaron a los pájaros en el cielo.
Un chillido de Maggie, alarmaron al resto.
—No te muevas— amenazó un hombre con la voz grave.
Todos se voltearon a ver a ese hombre misterioso.Tenía encañonada a Maggie apuntado detrás de su cabeza . El hombre es flaco, marcando en su rostro unas ojeras pronunciadas, su pelo grasiento de color negro y sus labios secos y agrietados. Lleva una camiseta rasgada de manga corta cubierta de sangre, y no se podía distinguir el verdadero color de la tela. Sus brazos estaban al descubierto mostrando las manchas blancas. Es un Cavenen.
Alec sacó su boomerang para arrancarle la cabeza, sin embargo, Drew se lo impidió.
—¿Max?— preguntó Drew al reconocer a ese hombre que estaba apuntando a Maggie.
—Hola viejo amigo— Max le regala una sonrisa maliciosa y se ríe como un auténtico lunático.
Drew no podía creer que había encontrado a su mejor amigo, hacía meses que lo buscaba, finalmente lo dio por perdido. Y en ese momento así lo deseaba, que estuviese perdido y no en frente suya convertido en un Cavenen.
—No...— Drew cerró los ojos con fuerza, suplicando que fuera una pesadilla.
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LA NUEVA ERA
Fiksi IlmiahAÑO 2090. En un mundo postapocalíptico... Sally una chica cuyos recuerdos le han abandonado se cruzara con unos supervivientes , con su único objetivo de llegar a casa, pero las circunstancias del entorno que le rodean no se lo podrán nada fáciles y...