Maggie miró a través del retrovisor de la caravana, observando el reflejo del sol radiante en el espejo. La luz cegadora le obligó a entrecerrar los ojos por un instante, antes de desviar la vista hacia la carretera que se extendía frente a ellos, una franja interminable de asfalto resquebrajado que se desdibujaba en el horizonte. Desde el asiento del copiloto, contempló el cielo despejado, de un azul tan intenso que contrastaba con la devastación que los rodeaba.
A un lado del camino, el mar Mediterráneo se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Sus aguas tranquilas reflejaban el sol como un espejo roto. Pero la belleza del paisaje era engañosa; en la orilla, los restos de barcos encallados y edificios derruidos hablaban de tiempos mejores que ya no existían. La brisa salina que se filtraba por la ventana traía consigo un leve hedor a podredumbre, recordando que, aunque el océano seguía allí, la civilización no.
El mundo estaba en silencio. Un silencio denso, antinatural. No había tráfico en la carretera, ni señales de vida en los pueblos en ruinas que habían dejado atrás. Ni siquiera las gaviotas parecían atreverse a surcar el cielo. Llevaban horas costeando el mar, pero la soledad seguía envolviéndolos como una sombra.
—¿Acaso éramos los únicos en esta península llena de monstruos? —pensó Maggie, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
Con un trozo de tela, limpió con meticulosidad su ballesta. Estiró la cuerda hacia atrás y colocó una flecha, asegurándose de que estuviera lista para disparar. Sus dedos recorrieron la punta metálica, jugueteando con ella.
—¿Cuánto tiempo más vas a seguir sacándole brillo a la ballesta? —preguntó Alec con burla.
—Ya he terminado —respondió Maggie, guardando el arma debajo de su asiento.
—Bien, pues sé una buena copiloto y dime por dónde ir —ordenó él, con tono burlón pero impaciente.
—Sí, señor —bromeó Maggie mientras sacaba el mapa de la guantera.
El paisaje que se extendía a su alrededor estaba devastado. Los edificios que habían dejado atrás tenían boquetes en sus estructuras, los locales estaban saqueados y las calles cubiertas de escombros. Pero la carretera tampoco se salvaba. Carteles arrancados yacían en la calzada, algunos doblados por explosiones. No era de extrañar. Las bombas que azotaron a gran parte de Europa en la Edad Oscura golpearon con especial brutalidad la Península Ibérica. Donde se encontraban.
Maggie pensó en la radiación que aún impregnaba el ambiente. Chernóbil y Fukushima parecían juegos de niños en comparación con esto. Recordó las lecciones de historia en el colegio; si aquello era cierto, todos ellos deberían estar muertos. Y, sin embargo, contra todo pronóstico, seguían respirando.
Su abuela solía contarle que, tras la pandemia del COVID-19, todo comenzó a desmoronarse. La crisis económica y social se intensificó hasta volverse insostenible, y lo que siguió fue aún peor: la Tercera Guerra Nuclear.
La primera bomba la lanzó Rusia contra Estados Unidos. A partir de ese momento, el mundo entero se sumió en el caos. Mientras los líderes mundiales jugaban su propia guerra de poder, los ciudadanos solo podían huir, dejando atrás sus hogares en un intento desesperado por sobrevivir. Pero a los gobiernos no les importó. Las explosiones se multiplicaron, la radiación se esparció como una plaga invisible, y el resultado fue catastrófico: más de 5,000 miles de millones de personas murieron, víctimas del fuego, la radiación y el colapso total de la civilización.
El mundo cambió para siempre. Los pocos supervivientes se vieron obligados a emigrar y comenzar de nuevo en las pocas zonas que no quedaron completamente devastadas. América, el sur de África, partes de Asia y Oceanía lograron mantenerse en pie. En Europa, solo unas pocas naciones resistieron: Gran Bretaña, Irlanda y Alemania. A diferencia del resto, sus líderes previeron lo que iba a suceder y tomaron medidas drásticas. Construyeron enormes cúpulas invisibles con partículas de plomo, aislando sus territorios de la radiación exterior. Allí dentro, la vida continuó, pero bajo estrictas limitaciones.

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LA NUEVA ERA #PGP2025
Science FictionAÑO 2090. En un mundo postapocalíptico... Sally, una chica cuyos recuerdos le han abandonado, se cruzará con unos supervivientes. Su único objetivo es llegar a casa, pero las circunstancias del entorno que la rodea no se lo pondrán nada fáciles. Los...