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Kunikuzushi miraba atentamente la libreta entre sus manos. Después de mucho tiempo conservando la amistad de Aether, por fin el revoltijo que sentía en el estómago dejó de ser dolorosamente confuso a algo que anhela. Solo esperaba en no equivocarse.  Aún hay tantas cosas que no ha sido capaz de decirle y en aquel cuadernillo quiere describir detalladamente su historia juntos, ser solo amigos no es suficiente para él.

¿Cómo es que un nombre simple le trae tantas emociones? Es la primera vez que siente a su corazón latir tan rápido. En el momento en que sus ojos lo vieron todo se volvió claro.

Se siente tan avergonzado de tener lápiz y papel en mano, durante toda la noche trató de relajar su mente para declarar su amor por él. Se pregunta si Aether sabrá lo mucho que le preocupa entregarle estas cartas. Se sentía como un pueblo siendo tragado por un tsunami cada vez que aparece en sus pensamientos. 

¿Pero qué puede hacer? No es como si quisiera deshacerse de él, este sentimiento no lo quiere en absoluto porque trae luz a su sombra y felicidad a su tristeza.

Incluso cuando no está cerca, si piensa en él, es casi como si su corazón sonriera. Recuerda perfectamente la primera vez que lo vio...

¿Será que Aether lo recordará también?


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Días de marzo, primavera.


Las aceras bañadas en pétalos de distintos tonos de rosa, la primavera empezaba a florecer de una manera tan acogedora. Era un niño lo suficiente astuto para salir y explorar las calles del barrio por su propia cuenta, a su temprana edad le gustaba proyectar todo lo que le gustaba en su pequeña libreta que fue obsequiada por su madre, ya que, a palabras de ella es mejor atesorar de muchas formas las cosas bonitas que habrá en su vida.

 Y la sencillez de expresarse es dibujar y escribir, no importa si son garabatos o textos cortos. Lo siente, aprecia y plasma

Ahí estaba el chiquillo de hebras añil, tan absorto en ese cuadernillo que solo levantaba su mirada profunda para observar a los capullos caer tan grácil. Agradecía que la zona donde vivía es tranquila y gran parte de sus vecinos son personas mayores de buen corazón. No lo sabías pero había un detalle en la escena. Su vista es obstruida por un rayo dorado, moviéndose de un lado otro irrumpiendo el sosiego del momento.

Tenía diez años, y Kunikuzushi estaba encantado por el niño de brillantes ojos color sol y hebras de oro hilado. El infante correteaba junto a un cachorro que traía un accesorio peculiar en la oreja, el animal se percató de su existencia y empezó a ladrar escandalosamente a su dirección asustándolo, dio pasos atrás y no supo si correr o quedarse a mirar más al niño bonito.

Tardó en procesar lo que sucedió y en cuestión de segundos, el impacto al suelo haciendo caer sus pertenencias por culpa del can ruidoso lo hizo molestar y el sol ofreciendo su mano hizo burbujear su sistema. Sus ojos de cerca son más bonitos... Y su pelo se veía tan suave... Su piel era como un muñequito de porcelana como los que su mamá tenía de colección...



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Solo los Arcontes saben cuánto le agradece a ese animal y a pesar de la ridícula situación, Kunikuzushi tuvo un poco de su atención y eso lo compensó por todo y desde ese día nunca estuvieron separados. Este sentimiento comienza a ponerle ritmo al pulso, comienza a bailar dentro y a soñar con el rubio. ¿Realmente está enloqueciendo por él?

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⏰ Última actualización: May 20, 2023 ⏰

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