Anorexia y bulimia no son buenas compañeras, mi vida en ruinas, era un abismo sin fin, me sentía inútil horrible sin una gota de esperanza, perdida en el espejismo de mi mente, una distorsión de mi imagen corporal fue esto lo que me llevo a cometer el peor error de mi vida.
Soy una chica tímida y estudiosa, me esfuerzo por alcanzar mis metas, y tenía una vida normal y feliz, hasta el momento que entre a la universidad, en mi mente había tantas ilusiones pero me encontré con un lugar lleno de dolor y decepciones algo para lo que no estaba preparada, sentimientos de odio hacia mí.
No me consideraba una persona fea, era de piel blanca, ojos verdes, rizos de cabello dorado y buena contextura, pero me consideraba aún más hermosa por dentro.
Siendo yo muy inocente caí con facilidad en el juego que las personas empezaron contra mí, me insultaba, agredían, gritaban burlas y ofensas hacia mí y mi apariencia, haciéndome sentir horrible, deprimida y sobre todo humillada, llevándome a ser esa persona que no quiero volver a encontrar
Todo los días después de llegar de la escuela me encerraba en mi habitación de allí no salía, lloraba y solo lo que sentía mi diario lo sabia, al verme al espejo mi mente creaba un espejismo, cada vez me veía más gorda, me negaba a creer que mi peso era normal, que era una muchacha hermosa, no quería escuchar a nadie, aun cuando me repetían mil veces que no me preocupara y hasta llegaron a decirme que tenía uno de los mejores cuerpos de la universidad. Pero las voces de odio a mí alrededor no me dejaban romper mis propias cadenas.
Ya no apetecía nada, las ganas de comer se habían marchado, si ingería algún alimento era obligado, provocándome luego una arcada para expulsar todas calorías que había comido, era vomito tras vómito, mi madre y mi mejor amiga estaban preocupadas por mi salud pero a mi no me importaba, seguía con lo mismo.
Un día camino a mi casa, el mundo se me nublo, no sabía que sucedía, todo estaba borroso, estaba mareada, no podía dar ni dos paso sin tambalear , caí al suelo, aterrada, había perdido el control de mi propio ser. Al llegar al hospital solo escuchaba los gritos, el llanto de mi madre y a mi padre consolarla, mientras yo solo quería poder levantarme y decirles que todo estaba bien.
Quise acabar con mi vida, pero no lo supe hasta entonces. Luego de varias semanas internadas, pegada a varios aparatos que poco a poco me fueron restaurados y devolviéndome la vida, desde ese día a punto de morir aprendí una lección. Entendí que, no todo en la vida es el físico, el que te quiere te debe aceptar como eres, por que una persona es linda tanto por dentro como por fuera, con la vida no se juega, si las demás personas te insultan, se burlan de ti o te critican, ignóralas y sigue adelante, por que esas personas solo lo hacen para sentirse bien y tapar sus propios defectos, entiende que a palabras necias oídos sordos.
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Relatos Cortos
RandomUn rincón para todas aquellas minihistorias que no nos vemos en la obligación ni la necesidad de alargar.