Mon Amour Bipolare

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-Porque?! – grito ella de nuevo de pie al otro lado de la habitación, dando inicio a lo que sería su nuevo momento de histeria.

-A que te refieres?- le pregunte sentado desde la cama de forma calmada para no provocarla aun mas.

-No preguntes como si no supieras de lo que estoy hablando! Me estas ignorando? –a este punto en su rostro se evidenciaba la furia reflejada en sus palabras.

-No te ignoro, es que a veces te pones…-comencé a decir.

-Como?! Justo como una loca bipolar?!-y comenzó a caminar precipitadamente hacia la puerta de la habitación alzando la voz todo lo que pudo.

No logre evitar una leve sonrisa que se formo en mi rostro. Ella con su rostro rojo de ira, caminando pesadamente hacia la puerta, haciendo al mismo tiempo rebotar sus atributos distrayéndome y hechizándome a la vez. Solo tardo dos segundos en darse cuenta lo que miraba, se detuvo casi inmediatamente, por un momento me preocupo que pudiera caer, y me lanzo una mirada que no auguraba nada bueno. Iba a morir.

-Tal vez…-le dije con una confianza nada acorde a la situación para luego dedicarle una sonrisa que se borro inmediatamente al ver como su mirada se volvía aun más peligrosa. No, ella iba a matarme.

-Perfecto! Porque es obvio que soy yo la que no puede hablar sin desviar su atención a.. otra cosa!-volvía a gritar, para avanzar medio paso y cruzar los brazos. Era tan pequeña y menuda, solo ella podía lucir tan hermosa ofuscada de ese modo.

-Y como no hacerlo!-le dije como si fuera la cosa más obvia del mundo, su rostro enrojeció aun mas. –Vamos, no le prestes atención a eso.-alce las manos en forma de rendición para acentuar mi tono de tranquilidad, eso pareció enfadarle de nuevo.

-Maravilloso! Es que me enojo por todo, no?-dijo con sarcasmo y lanzándome una mirada de advertencia.

-Puede ser…-volví a decirle con una pequeña sonrisa de burla. Y sería una muerte lenta y dolorosa, pero merecida por mi afición a hacerla rabiar.

-Siquiera estas tomando esto en serio?-alzo la voz de nuevo, para luego darme la espalda y avanzar hacia la puerta. –No sé ni para que te pregunte.-dijo en un tono de voz más bajo.

-Es que no lo entiendes?!-todo atisbo de broma había desaparecido de mi voz, reflejado también en mi semblante ahora serio.

-No, y ya no quiero entenderlo!-grito abriendo la puerta.

-Elizabeth…- fue todo lo que alcance a decirle antes de que saliera dando un portazo. Y me quede mirando la puerta como si esta fuera a contestarme, para luego acostarme en la cama y ahogar un bufido de desesperación en la almohada. Entonces recordé las escaleras que ella tendría que bajar.-Te recuerdo que llevas Mi bebe de ocho meses en el vientre!-le grite lo suficientemente alto como para que pudiera oírme.

-Cállate!!-escuche su respuesta en algún punto al otro lado de la puerta, y me eche a reír en voz baja. Únicamente ella podía tener este efecto en mí, que aun en esta situación me parezca terriblemente tierna y hacerme sentir incapaz de enfadarme realmente.

Me levante lentamente de la cama para dirigirme a la puerta y seguirla escaleras abajo, justo cuando iba a abrirla y salir de la habitación me detuve, porque tenía que ser yo el que fuera a buscarla nuevamente? No era precisamente justo. Me di la vuelta dispuesto a dormirme, pero me detuve al dar dos pasos, a quien quería engañar? Por ella la seguiría hasta Francia. Me reí internamente al recordarlo, ya la había seguido a Francia una vez.

Salí de la habitación imitando el camino que sabía que ella tomo a través del pasillo y luego escalera abajo. Recordaba perfectamente lo que paso entonces, ella había quedado embarazada y yo le propuse matrimonio, desde luego nada ocurrió de la forma que esperaba. No sé si fue inconveniente, milagro, escepticismo, envidia o miedo?

Pude ver el miedo y la duda que reflejaban sus ojos cuando le pedí que fuera mi esposa, sin embargo acepto. Pero a los tres días desapareció sin darme una explicación, nunca falta la persona que quiera joderlo todo, le habían convencido que solo lo hacía por obligación y que no podíamos tener un buen futuro por las circunstancias en las que se habían dado las cosas. ‘‘Se ha ido a tomar un respiro’’, fue la explicación que le dio a su familia y que me dijeron ellos luego de entregarme el anillo de compromiso que ella había dejado. Me costó un poco dar con su paradero, ‘‘Francia’’ fue lo único que me dijo la responsable de su huida. Estuve cuatro meses allá tratando de convencerla, pero es tan terca, hizo que la boda fuera ahí, todos estaban sorprendidos por lo repentino de las cosas. Y recuerdo haberle dicho en una ocasión que eso había sido un buen plan para que la boda fuese en Francia, ella se enfado y pospuso la boda una semana más, además de haberme exiliado del hotel en donde ella estaba, era como una niña, podía estar de acuerdo con algo y en menos de media hora cambiar de parecer, pero le adoraba tanto que no me importaba tener que esperar ni tener que convencerle.

Al terminar de bajar las escaleras me dirigí a salir de la casa y me encamine por el sendero de tierra hacia el invernadero. Sabía que ella estaría allí, le encantaba rodearse de vegetación cuando perdía los nervios. Entre cuidadosamente, tratando de no hacer ruido, ella estaba sentada en la mecedora rodeada de sus flores favoritas, escuche el leve murmullo de su voz al leer el libro que sostenía en sus manos, le estaba leyendo al bebe.

-Henry yo…- me dijo un poco sorprendida en voz baja cuando llegue a su lado y pase una mano por su abultado vientre. –Yo lo sie..-intento decir, pero se lo impedí con un beso, me separe de ella al poco tiempo mientras respiraba agitada. –Lo siento!-me dijo apenas recupero el aliento, yo le sonreí como respuesta.

-Lo sé, Lizzie. No tienes que decirlo.-le dije acariciando su rostro.

-No, si tengo que. Sé que no es nada fácil batallar conmigo. Soy tan complicada!-dijo bajando la cabeza escondiendo su rostro entre su cabello.

-Pues en lo ultimo sí que llevas algo de razón..-le dije al oído con una carcajada baja. Ella me miro con suplica marcada en su rostro. –Lizzie, tu eres perfecta. Eres la mujer más adorable, inteligente y excepcional que puede existir.-le dije, para luego darle un suave beso en la frente.

-Porque?-volvió a preguntar con una débil sonrisa, yo suspire hechizado.

-Me preguntaste porque te pedí matrimonio justo después de enterarme de que estabas embarazada. Yo no tenía idea de que estabas embarazada, ya tenía planeado proponértelo, pero las cosas no salieron como esperaba, todo se vio tan forzado.-ella me abrazo con fuerza cuando termine de decir aquello. –Siempre supe que quería compartir mi vida contigo, eres lo único que hace que mi vida sea perfecta.-le dije rodeándola con los brazos.

-Ya no puedes decir eso..-me dijo colocándose de pie sin apartarse demasiado, y pude sentir a lo que se refería, como si supiera que era el centro de atención sentí un leve golpecito proveniente de su voluminoso abdomen. –Ella está reclamando tu atención..-me dijo con una risita, y yo sonreí.

-Te Amo, Elizabeth. A ti y a Mi bebe.-le dije colocando una mano en su rostro.

-Y Nuestra bebe y yo también Te Amamos.-me dijo colocando una de sus manos sobre la mía. –Siempre te he amado, Henry. Y siempre lo hare.-me dijo acercando su rostro al mío para fundirnos en un dulce beso.

Autora: Marisa

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