CAPÍTULO 15. EL ÚLTIMO ENCUENTRO

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El aire era espeso, cargado de humedad y muerte. Las hojas susurraban con el viento una melodía inquietante. Drew sentía el sudor pegajoso en su nuca, pero no por el calor... sino por la presencia de Max frente a él.

Drew no reconocía a la persona que tenía enfrente. Su mejor amigo se había convertido en un extraño. Quería aferrarse a la idea de que aún quedaba algo de humanidad en él, pero la sonrisa maquiavélica y las pupilas dilatadas le mostraban lo contrario. Aquella mirada no era la de Max... era la de un asesino.

—¡Suéltala! —exigió Drew, con los puños apretados.

Max ladeó la cabeza con lentitud, disfrutando de la reacción de Drew. Su mano, aún firme sobre la muñeca de Maggie, aflojó la presión de manera deliberada, dejando que ella escapara. Maggie corrió hacia Drew con respiración entrecortada, sin apartar la vista de Max.

—Andrew, no iba a matarla... relájate— murmuró Max con una tranquilidad perturbadora.

—Pues lo parecía —dijo Mía, con el ceño fruncido.

Max esbozó una sonrisa ladina, como si aquello lo divirtiera aún más.

—Prefiero que mis víctimas estén vivas mientras les arranco la piel a tiras. Se retuercen más. Es divertido.

Alec tensó el agarre de su boomerang, con el rostro lleno de asco.

—Eres un asqueroso Cavenen.

El viento aulló entre los árboles, como si la naturaleza misma se estremeciera con las palabras de Max.

Drew no apartó la mirada de Max. Sabía que quedarse allí más tiempo solo aumentaría el riesgo de que el grupo terminara enfrentándose a él.

—Marchaos —ordenó en voz baja.

—¿Qué dices? —preguntó Alec, sin comprender.

—No pienso dejarte solo con este ser.

—Ni nosotras —saltaron Maggie y Mía.

—¡Que os vayáis! —Drew los fulminó con la mirada.

Alec vaciló, intercambiando miradas con las chicas. Finalmente, sin decir nada más, bajó la cabeza y se alejó, seguido de Maggie y Mía. Drew los observó desaparecer entre los árboles.

No le agradaba imponer su autoridad sobre sus amigos, pero ellos mismos habían establecido aquella jerarquía. Cárter era el líder, y él, su segundo al mando. Sus órdenes no estaban sujetas a discusión.

Cuando el grupo se perdió en la distancia, Max esbozó una sonrisa de satisfacción.

—Por fin los dos solos —murmuró, mostrando los dientes.

Drew avanzó con pasos firmes, la mirada encendida por una mezcla de furia y dolor.

—Tengo algunas preguntas para ti.

—No esperaba menos de ti —Max ladeó la cabeza, divertido.

—¿Por qué?

Max entrecerró los ojos.

—¿Por qué qué?

—¿Por qué te inscribiste en PrimaCell?

Un silencio incómodo se instaló entre ambos.

—¡Te habría ayudado! —rugió Drew, sintiendo la rabia crecer en su interior.

—No quería tu maldita limosna —Max chasqueó la lengua.

Pero entonces, su expresión cambió. Sus ojos brillaron con malicia cuando pronunció su siguiente frase.

—Andrew... ¿dónde está tu querida Olivia?

LA NUEVA ERA   #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora