ᝰ Scenary.° ×Satoru Gojo×

༄ ‧₊⇢ ๑○°Cold°..*ੈ◞♡°

Copos de nieve se desmoronaban afuera, montones de blanco puro delineaban el pavimento y escarchaban las hojas verdes que ahora estaban ocultas a la vista. Desde afuera, se podía ver a las mascotas que tienen los vecinos persiguiéndose alegremente, con las patas hundidas por el frío. Sonriendo para ti misma, te enterraste más profundamente en las sábanas y en tu principal fuente de calor, que todavía roncaba suavemente mientras disfrutaba de su raro día libre en el trabajo.

Girándote a su lado, tomaste el rostro de Satoru, sintiendo el calor florecer desde tu pecho hasta tus palmas. Se veía tan lindo así: el cabello blanco cristalino y las pestañas relajadas, empolvándose justo encima de los párpados y sus labios brillantes aún humectados incluso por el frío punzante.

Pasaste un pulgar por sus labios, pensando en lo injusto que era que pareciera tan etéreo incluso cuando dormía.

Fue agradable ver a tu novio sin su uniforme de maestro, vestido con pantalones de chándal negros y una sudadera igualmente oscura que ahora colgaba baja para exponer sus definidas clavículas. Era tentador, especialmente porque su brazo estaba colgado perezosamente sobre las curvas de tus caderas, manos grandes y ásperas ahuecando tu trasero incluso si está en el país de los sueños. Te preguntaste en qué está soñando, ¿en ti, quizás? Ojalá. Sería una pena que tuviera otra cosa en mente, y en una repentina ola de celos, te acurrucaste más cerca de él, con la cabeza enterrada en su pecho.

Desde arriba de ti, Satoru se agitó. Sus movimientos fueron minúsculos, inseguros y aún somnolientos durante los primeros segundos, hasta que sus manos errantes rozaron tus diminutos pantalones cortos (principalmente como una excusa para absorber su calor piel con piel) y la carne regordeta de tu trasero.

"Buenos días", dijo con voz ronca, la voz todavía fuertemente mezclada con el sueño. "¿Qué hacias, bebé?"

"Nada", sacudiste la cabeza y lo besaste en los labios, tomando al hombre por sorpresa, aunque no se apartó. Ambos disfrutaron de la presencia del otro en el momento, con él sonriéndote somnoliento, sus dedos trazando patrones en tus piernas que se mezclan con las suyas, y tú sonriéndole como si fueras la persona más feliz del mundo. Y bueno, lo estabas. “Bebé”, comenzaste, usando tu tono más dócil que sabías que siempre lo había tenido débil, acompañado de ojos muy abiertos y un puchero de cachorro. “No quiero salir de la cama pero tenemos que comer pronto. Ya hemos estado durmiendo como medio día”.

Los ojos cerúleos de Satoru brillaron con picardía. “Creo que hemos estado haciendo algo más que dormir y por eso no podemos salir de la cama. Verás, mi pequeña gatita desafortunadamente me ha atado a la cama con su naturaleza engañosa como una tentadora.”

"¡Detente!" golpeaste su pecho juguetonamente, tus mejillas solo ardían más con el calor cuanto más fuerte se reía de ti.

Era cierto: la pereza y la comodidad que traía el frío, junto con la necesidad de estar cerca el uno del otro, hacían que levantarse de la cama pareciera una tarea abrumadora. Si eso no fuera suficiente, también te había tomado de diferentes maneras, manteniendo su palabra de que te follaría en todos los rincones de la casa si era necesario. Como resultado, te dolían las piernas. Satoru se tomó la libertad de llevarte prácticamente a todas partes, pero también tuvo el precio de que te bajaría la ropa interior en el segundo siguiente, metiendo sus dedos o su polla profundamente en tu coño caliente.

Satoru capturó sin esfuerzo tu muñeca para detener tus míseros ataques, agarrándote hasta que estuviste cubierta por todo su cuerpo. Con su peso encima del tuyo, las piernas a horcajadas a ambos lados de su cintura, se miraban con tantas sensaciones: de adoración, de lujuria, de necesidad, de amor.

Tu novio se inclinó hacia arriba, presionando su frente contra la tuya hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para rozar tu nariz contra la suya. "Te deseo", exhaló acaloradamente, sus manos ya estaban en camino para apretar tu trasero. “Hace demasiado frío, ¿nos calentamos?”