"... Más que un simple conjunto de curvas. Ella tenía ... Una buena memoria, un talento considerable para la diplomacia del agujero en la esquina para disipar las sospechas de los asesinos de gatillo fácil y una personalidad dual, con los labios cer...
"¿Pensavi seriamente che ti avrebbe implorato? Non il mio amore, non chiederò amore o amicizia, se devo stare da solo rimango e già..."
Atsushi abrió sus ojos de golpe algo desorientado.
—¿Dónde... Estoy?—preguntó en un susurró.
Se encontraba en una especie de enfermería. Continuó mirando hacía el techo, mostrándose perturbado.
—Parece que despertaste, mocoso.—se escucho la voz de Kunikida.
—¿Te encuentras mejor?, Atsushi-kun.—también se escucho la voz de Léa.
El albino giro su rostro para ver a Kunikida sentado en una silla al lado de su camilla, Léa a su lado recostando sus codos en el colchon y lo mas curioso es que habían dos niños con ella. El pequeño de ojos carmesí sentado al lado de Léa y el mas pequeño que abrazaba un osito estaba sentado en sus piernas.
—¿Kunikida... San?—cambio su mirada hacía menor—¿Léa... San?
—Demonios, no puedo creer que causaras esto en tan mal momento.—el mayor miro serio al chico.
Atsushi en ningún momento abandono su mirada intranquila, lo que hacía preocupar a Léa.
De la nada le llegaron los recuerdos de lo sucedido, sus compañeros siendo heridos, la mujer rubia y el portador de Rashomon.
—Ahora lo recuerdo—se sentó de golpe en la camilla—Kunikida-san, ¿¡dónde están Tanizaki-san y Naomi-san!?—le preguntó desesperado.
—No te preocupes, ambos se encuentran bien.—respondió sin dirigirle la mirada, atento a su libro.
—¿Estás... Seguro?—preguntó inseguro.
—Si, tranquilizte, Tanizaki está siendo atendido al lado por Yosano-sensei.—Léa le respondió con una sonrisa alegré apoyando su mentón en la cabeza del niño de ojos morados.
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—Que gran y bonita herida has conseguido, huh, ¿Tanizaki?—preguntó una hermosa mujer de cabellos oscuros—¿tanto te gustan mis tratamientos?♡
Tanizaki estaba mas que intranquilo, apretaba las manos los dedos de los pies.
La peli negra se relamio los labios—está bien, te daré un tratamiento súper especial está vez.
Desató su corbata y se quitó la blusa quedando solo en sujetador.
Se escucho el sonido de sus utensilios médicos, poniendo a flor de piel a Junichirou.
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