La torpeza y la ineptitud ni siquiera empiezan a describir la forma en que tropiezo con la vida. Así que no sé por qué me sorprendió conocer al hombre de mis sueños haciendo el ridículo delante de él.
Es guapo, rico e inteligente y está totalmente...
—Metawin, regístrate, —chirrió Mingie a través del receptor de radio, sobresaltándome y haciendo que mis dedos se apretaran alrededor del donut de jalea que tenía en la mano, haciendo que una sustancia viscosa de color rojo oscuro me chorreara por el pecho—. Tenías que haber vuelto aquí hace veinte minutos.
—Estoy aquí, —respondí, conteniendo un suspiro mientras me restregaba la mancha de mermelada de frambuesa que se extendía por la parte delantera de mi camisa—. Es que se me hace tarde.
—Como de costumbre, —dijo despachadora de la ciudad, con una clara sonrisa en su tono—. ¿Te has caído?
—Vete a la mierda, —espeté—. El hecho de que seas mi hermana no significa que puedas burlarte de mí en la radio pública.
—Claro que sí, —argumentó ella—. Además, eres el único que sigue en su coche en este momento.
—Sí, lo sé. Llego tarde. —Sacudí la cabeza y tiré el fajo pegajoso de servilletas cubiertas de jalea en el asiento de al lado—. Pero querías que te trajera rosquillas.
—Lo que significa que estás sentado en tu coche comiendo la mitad de ellas, —
se burló—. Estoy poniendo una cafetera nueva, y tienes que entregar tu papeleo antes de salir. Así que, trae tu culo aquí, pronto.
—No tengo ningún papeleo que presentar, —dije—. Literalmente no pasó nada anoche. Igual que la noche anterior. Y la noche anterior a esa.
—Oye, tú eres el que quería el turno de noche, —me recordó—. No hay muchas multas por exceso de velocidad para repartir a las cuatro de la mañana.
No se equivocaba. Es que estaba tan harto de poner multas por vagabundeo a
skaters en el turno de tarde, que pensé que estaría bien cambiar de aires. En lugar de eso, me sentaba en mi coche desde las dos hasta las siete de la mañana para ver cómo se peleaban los gatos callejeros y cómo los viajeros madrugadores bostezaban en las tranquilas calles.
Había querido ser policía desde que era un niño. Pero supongo que pensaba que no lo sería en la pequeña ciudad en la que había crecido. Siempre imaginé que sería como uno de los detectives de la televisión, atrapando asesinos o salvando a niños de tramas de secuestro.
En lugar de eso, me dedicaba a gritar a los idiotas por pisar el césped de la gente.
Era un buen lugar para vivir, pero un lugar bastante aburrido para ser policía.
—¿Acabas de llamar por radio para molestar? —Le pregunté a Mingie.
—Me preocupé cuando no viniste, —dijo ella—. Pensé que podrías estar en alguna zanja.
—Bueno, estoy bien, —le aseguré—. Y tengo tu desayuno. Llegaré pronto.
Miré por el espejo retrovisor y me di cuenta de que uno de mis compañeros, Luke Ishikawa, estaba a punto de adelantarme por el otro lado de la calle. Estaba entrenando para una maratón y pasaba horas en la carretera cada mañana registrando sus kilómetros. Su mata de pelo oscuro y sus anchos hombros me habrían resultado familiares a un kilómetro de distancia. Nadie más en la ciudad era tan musculoso.
—Mingie, aguanta, —dije, bajando la ventanilla—. Luke viene corriendo y voy a joderlo.
—Win...
—Shh. —Mantuve pulsado el botón de la radio para que Mingie pudiera oírme y me asomé a la ventanilla del coche, aspirando una bocanada de aire antes de gritar tan fuerte como pude—. ¡Diablos, Papi! ¡Trabaja eso!
—¡Win! —gritó Mingie cuando solté el botón de hablar y justo cuando el corredor se volvió para mirarme—. Luke ya está aquí en la estación.
Mi mirada se cruzó directamente con la del hombre, que se detuvo bruscamente y me miró fijamente, con una expresión de completa conmoción en su hermoso
rostro.
Oh, por el amor de Dios.
Acababa de acosar a un desconocido detrás del volante de un coche de policía.
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Hola 🙋🏻♀️ les traigo nueva adaptación ✨ Es de temática insta-love así que no se sorprendan de lo rápido que pasan las cosas 🙄 es cortita pero pasa de todo. Cuidense 🥰.
